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feranza

Valfrío

Valfrío. Huele a junio por todos lados, incluso dentro de las casas con sus grandes muros de piedra. Huele a junio en la siega y en el verdor y la humedad.

Me duele el alma con el recuerdo, incapaz de atenazar y lamer todo el azúcar del presente, de sentarme un ratito a tu lado para tenerte , para gozarte, para quererte desde ese "estar", estar un momento, comprenderte de una vez, adorarte sin palabras, saber de qué esencia estás hecho.

En mi loca carrera del deseo insatisfecho, huyo de tí, sí, ahora me quema el alma pero mi agua es decirlo. Huyo de tí porque te me escapas y no sé seguirte.

Hemos ido a Valfrío. LLegamos tarde para la salida así es que en la furgoneta subimos la bici y seguimos por el camino de polvo para alcanzar el resto del pelotón de niños que iban delante de los coches, en una caravana. Cuestas que te hacen bajarte de la bici y luego, una caída y rellanos. Hemos llegado a Valfrío. Me tumbo en la hierba, con el solazo de junio y mientras tú, correteas de un lado para otro en un juego de agua y piedras con el resto de niños, tus amigos, los que te han tocado y que ahora, son tu familia, parte de tí.

Yo estoy tumbado en la hierba, al lado del agua. De vez en cuando voy al carro donde trajeron las bebidas. Cojo una cerveza, ando de aquí para allá, perdido, sin saber qué hacer, perdiéndote un domingo más. Ando perdido y encima, sin saber qué hacer. No puedo atenazarte ni perseguirte por más que quiera. Inútil, me retiro a un rincón para beber cerveza, inútil.

El sábado tuvo lugar una concentración de equipos de fútbol en el polideportivo. Luego, juego y fútbol en las pistas. Hemos comido allí mismo, a la parrilla, lo que pudimos.

Con Enrique, en la finca, mientras echo algo de siesta en la furgoneta, vosotros esparcís todo por todos lados. Os riño. Enciendo el motor de gasolina para sacar agua del pocito. Con la manguera y vosotros, desnudos sobre el palet de madera, os riego como a dos troncos. Os gusta, os reís, emocionados, como dos cachorros. Enseguida el sol, seca vuestra piel.

El agua está fría para el baño, aún no ha llegado el momento para mí, pero vosotros, vosotros, no esperáis, vuestra emoción es mayúscula y os entregáis a la vida como al río

Talavera la Real, 5 de junio de 2012

Oda a un beelzebufo emigrado

Te fuiste saltando a otro charco porque en este te sentías incómodo. Los mosquitos no eran suficientes para paliar tu hambre de batracio aburrido. Así es que cuando menos lo esperabas, el charquito te vino pequeño y cogiste tus cosas , sintiéndote desterrado para siempre. Ser un beelzebufo no es fácil. Se aprenden muchas cosas a tu lado, pero la fundamental es que cuando el agua está estancada, siempre o casi siempre huele mal.

No vamos a llorar tu ausencia como tampoco lloramos tu presencia. Te deseamos un mundo mágico , lleno de insectos a los que importunar con tu larga lengua, con tu piel rugosa, con tus ojillos de culebra. Te deseamos que se te peguen a la piel los parásitos de la charca, para que te sientas abrigado en las frías mañanas de enero. Te deseamos suerte en tu nuevo hábitat.

De seguro que ahora estarás mirando a un lado y otro de la carretera por si un coche demasiado distraído te aplasta con sus neumáticos. Pero bichos como tú siempre sobreviven y tendrás la suerte de pasar entre las ruedas salvando tu pellejo.

Desde este lado de la colina, mirando con nostalgia la charca que abandonaste, te decimos adios sin vehemencia ni emoción. Tan solo con la mirada sobrada y la mente limpia de los que huyeron de tí por tu olor corporal.

Que San Antón te tenga en su regazo

Talavera la Real , 24 de mayo de 2012

Sin camino, todos los caminos.

Sin camino y todos los caminos. Porque todo es posible y recorrer es perderse en uno mismo, sin un norte. No necesito norte, pensé un día y ahora, entre Cañaveral, buscando, buscando, entre Cañaveral y Casas de Millán, pueblos, pueblos y más pueblos. Fotografías , estampas, lugares, lugares, esta filotopía convulsiva, impulsos, calles, esquinas, caminos polvorientos, puestas de sol.... y quizá, alguna mirada furtiva, pero no: una mujer que aprieta el paso, agacha la cabeza y con los brazos cruzados se apresura a casa, huyéndome, alejándose sin remedio. Parezco un circo de uno solo, con su cabra, un carro, una flauta que toca inoportuna..... Me meto en los caminos y las pistas que allanaron las máquinas que construyen el nuevo AVE. Ahora a Extremadura, por Extremadura, como un accidente en terrenos de pastoreo, de colmenas de abejas y pequeñas lagunas junto a la autovía. Ahora, sobre estas pistas con mi coche, " .... cuando caminan cabalgan a lomos de mula vieja... ". Mi viejo coche sorteando baches y pasando brusco entre los lomos de las pistas. En busca, siempre en busca, la búsqueda de la fotografía desde un lugar para constatar , presencia, todo, insignificante en el mundo, pero por favor, presencia, " he estado ".. " fuí " "ví", estuve allí y sin embargo, nada, polvo una vez más.

En Hinojal me mira la gente como una aparición en sus calles frías y desiertas. La Iglesia?, pregunto. La iglesia está cerrada, como siempre. Y más aún en este domingo frío, postura fetal, camino gris, la noche que se acerca como un lobo y una casa, entonces , una casa es lo más deseado, un refugio, algo que me he convencido de no desear. Solo caminar, como un caracol gigante que porta el hueco por donde meterse cuando llega la noche y no hay nadie, absolutamente nadie ni en la calle ni en las tabernas. El vino de las tabernas, la cerveza, una cálida luz en un rincón, desde fuera. Pero sin dinero no hay ni luz, ni cálida vela, ni miradas, ni hombres que se dejan caer como marionetas cojas sobre una barra , ni nada, no hay nada.

He dejado todo en el coche. Todo es poco. Recorro todas las calles, barriendo con fotografías los lugares, espero no dejarme nada y desespero, desespero con agonía, como un día en Barcelona, un día solo de un otoño pasado. Desespero y agito mi ansiedad contra las aceras y las paredes toscas. Nadie en la calle, maldita sea, este frío me corta. Pantalón corto y encima una prenda cualquiera, pero que no me calma ni calienta. Camino, casi corro por los espacios de este pueblo abandonado. Calles iguales, una esquina, una anciana con muletas, tanto más anciana cuanto más atrevida. Porque su mirada no engaña, nada espera, y yo, mientras tanto, pensando siempre en la otra colina, en la otra calle, calle, calla, Antonio, por favor, no corras, Antonio, no sigas, Antonio, no desesperes en esta agonía . Tranquilo por favor, Antonio, contrólate, sé capaz de andar despacio a pesar, a pesar del frío, de las calles, de las fotografías que quieres hacer, siempre con esa agonía,a pesar del abandono y de las fachadas de piedra, de esos huecos que se hacen entre las teselas, de estas grietas por donde entra el frío, como en una lumbre apagada... Ahora estoy en el coche y siento el calor de la carne en mi estómago, de la carne triturada casi sin masticar. Ahora me estoy yendo, colmado el deseo, casi huyendo, porque caminar así, devorando, es casi huir, huir en el sentido verdadero, de uno mismo. Pero, joder, tengo frío, qué le voy a hacer, joder. Y encima, no hay camino para llegar a esos postes , a esos pilares que permanecen alineados como soldados en vísperas de un desfiles. No hay foto para ellos, no hay nada. He corrido para nada y ahora, cansado, sigo los carriles de un camino largo, largo y monótono.

Talavera la Real, 22 de mayo de 2012

Jugando en la hierba. Parque de Losar

Los juegos portátiles son un balancín por donde los niños penetran para agilizar sus miembros. Son una tarde en el parque, una tarde sin siesta, una sombra para los padres. Se pintan de colores y los niños, al atractivo cromático, acuden como moscas. Pero esta tarde no fué así. Unos niños jugaban al fútbol en los espacios vacíos, esquivando los juegos, usando las redes como porterías, destrozando las hojas con los balonazos. Tú mirabas en silencio, precavido. Te animé: - Carlos, ponte a jugar con ellos !. - No -  me replicaste, " Me gusta verles ".

Al lado, en el parque, jugamos a pelear, una peleilla en broma como decimos. Entonces te toy un manotazo y te tiro a la hierba, que amansamos con nuestros cuerpos. Te echas encima de mí e intentas morderme. Es un juego lúbrico, casi indecente. Una niña con pañal, una niña morena que apenas se sostiene en pié, curiosa se acerca. Seguimos jugando, nos tiramos al suelo como dos crías. En este juego hay un lenguaje nuestro.

Han venido de Sevilla , Carlos y Arantxa. El sábado te recogí y te viniste con nosotros a Valverde de la Vera, para dar un paseo. Te entretienes con el agua que corre por los canales en medio de la calle. Sobre las nubes blancas, habían dos torreones con forma de castillo. Enseguida te diste cuenta.

Es el fin de semana de la Virgen de Sopetrán y los danzantes y la procesión acaparan la atención . Hay arcos con flores y colorido con banderitas. Ha cambiado el tiempo y la lluvia apareció durante el fin de semana. Así que la temperatura bajó para ponerse manga larga de nuevo. Te has montado el domingo por la mañana, en los coches de choque, de acompañante de una niña, que cuando le dicen que es tu novia, se enfada.

Murió Paco Carretes, de quien yo, tanto tenía.

Cuando lo ví por última vez la navidad pasada en la Residencia de Personas Mayores de Villaralto, supe que había muerto o casi muerto. Unos señores, que piensan que todo lo hacen bien, habían llegado a su casa meses atrás y se lo habían llevado. Lo habían desahuciado de su vida para siempre. Le habían quitado sus pantalones de pana raída por los años y le habían puesto un endeble pijama azul. Le habían quitado sus botas desgastadas y le habían colocado unas pantuflas como a un viejo de brasero. Le habían quitado su chaqueta y su camisa de cuadros , su gorra de visera y le habían puesto una ropita de niñera, de mujer recién parida. En un rincón de la residencia, solo, sin sorpresas, sin emociones, sin camino y sin músculo que lo sostuviera, se consumía sin memoria, lentamente, pero sin remedio.

Quiero guardar para siempre esas palabras que me dijo, esos ojos que me miraban , ojos de siglos, lunas de noches , lunas, esferas de lo infinito.

Quiero mirarle para siempre y quedarme con esa cara curtida, esa pulcra rectitud del hombre eterno, bajando sus bestias por la calle, sus compañeras, sus herramientas.

Era un hombre que iba a sus sueños, como el cubo al fondo del pozo, por una inercia que obedecía a las leyes de la tierra y de la profundidad.

Lo he visto meterse en un corral lleno de enredos, de tapiales de piedra y gallinas alborotadoras que se " chascaban los güevos " y dos mulas resignadas en el fondo de la cuadra esperando la mano que abriera la puerta. Ese lugar era un santuario para mí.

Yo acompañaba con mi cámara a Paco Carretes en una mañana por tiempos de navidad, un año de estos pasados. Ibamos como dos actores de la vida, uno, de espectador y el otro, desarrollando como una parodia el papel del trabajo. Yo le grababa tratando de sacar lo más íntimo de todo aquello y de él mismo. Paco, obedeciendo a ese impulso de su vida, entraba en el corral, puerta antigua y destartalada, olor a gallinazo y estiércol , a enseres de latón, a cebadas, a cacharros reciclados para acarrear agua de lluvia al pozo. Era una estancia placentera viéndole como sacaba a las mulas, hablaba con cierta indiferencia de los pollos que no acababan de cumplir fielmente con su función y despotricaba contra las bestias que no se dejaban trabajar. Salíamos con todo aquello en busca de un  pedazo de tierra, con el arado pesado y oxidado rodando por los adoquines sobre una carrucha chirriante. LLegábamos al terreno de Juanito Enrique y allí mismo, para que lo viera, se ponía a surcar la tierra. Entonces yo le iba preguntando cosas, cosas de hombre ignorante, de hombre que no sabe ni se entera, que no se va a enterar nunca porque no ha trabajado jamás con esa convicción , con esa conciencia, con ese nudo potente.  Yo le quise recompensar con algo de dinero, al menos con cinco o seis euros, pero él me dijo que le bastaban dos, que con dos era suficiente por ese trabajo y ese tiempo.

Yo le veía después, liberar a las mulas de su carga y ponerse con el elevado peso de los aperos, a descansar contándome cosas de la guerra y de la vida : " .. La vida cuesta más pensarla que hacerla " . Me voy a quedar con esto y con mucho más, pensaba mientras se abrían sus labios para hablar verdades que trascienden, verdades que se quedaron grabadas en su memoria después de que las " pavas " refiriéndose a los aviones de la guerra, sobrevolaran Villaralto hace muchos años.

Yo iba con mi cámara a fotografiarlo porque sabía que iba a desaparecer pronto, como todo lo singular e irrepetible. Como era él, tan particular, tan , tan diferente, tan hermoso....

LLoro sin remedio con un llanto que ya tenía cuando él vivía porque me duele esta vida que no conoce más camino que el del lucro.

A él, que todos le reprochaban una vida demasiado antigua, austera, sin higiene, sin sociedad, me demostró que era capaz de levantarse, salir casi sin desayunar con sus ropajes de trabajo, que eran su viva imagen, llegar a su corralón, coger sus mulas y sus aperos y ponerse a trabajar para mí, para mi curiosidad, para mi capricho, como un padre que juega sin querer al fútbol con su hijo. LLoro esta pena porque ahora es lo único que puedo ya hacer por él, recordarlo en mi emoción como una persona que fué durante todo el tiempo, él mismo, sin importarle críticas ni desprecios, viviendo su soledad en su rincón de la Plaza Bartolomé Peralbo y  al mismo tiempo, cordial y humano, cercano, dispuesto, generoso sin demagogia ni populismo.

En su patio, donde nunca estuve, dicen que metía un gato en una jaula y que lo subía a la higuera cuando los frutos estaban maduros. Y que una vez allí, el gato maullaba para escaparse y así no se acercaban los pájaros hambrientos. Y de esto modo, el gato, como uno más de la cadena, se ganaba la vida.

Esto lo he contado muchas veces, siempre que hablaba con cariño de sus cosas y la gente, medio incrédula, se sonreía.

Yo hablaba con mi padre muchas veces de él, que lo conocía por los años y sabiduría que posee. Era un tema entre nosotros, entre él y nosotros, como un secreto que nadie podía entender aunque lo cantáramos a voces. Solo nosotros. Paco en otros tiempos, iba con su hermano al taller. Yo casi adolescente, pintaba con brocha unas formas o una puerta. Entraban en el contraluz de la nave y hablaban de la era o de los borregos. Junto al camino, en un trozo de pared, escribí : " A la era " y una flecha quebrada que señalaba el lugar. Ellos me lo recordaban cada vez que pasaban por ahí para trillar o aventar o no se qué y entonces, yo me incorporaba y les hacía un gesto mitad de cariño y travesura.

A Paco, una vez, en la puerta de su casa, lo cité para que me contara algo de su biografía. Entonces él, se colocaba una chaqueta mejor y se ponía serio y formal y me hablaba de su pasado de corrida, con una memoria que se extendía a fechas concretas y episodios.

Nunca se casó ni tuvo hijos. No era hombre de eso y eso le hubiera cambiado. Solo salió de Villaralto para el servicio militar. No quiso vivir en un piso de Sevilla, donde se trasladó con un hermano. Era aquel un lugar insulso y sin sentido para él. Convivió mucho tiempo con otro hermano en la misma casa, hasta que trasladaron a aquel a la residencia de El Viso y Paco quedó solo. En su casa solo habían bóvedas blancas y unas sillas llenas de polvo. Al fondo, como un misterio, se podían ver los principios de la austeridad en la que habitaba.

Siempre, siempre, su casa, su jergón de cama, sus potages con garbanzos, su actividad infinita, sin descanso en el afán de supervivencia que se forjó por tiempos de la guerra. Sabía lo que la vida era, sin adornos y sin chismes. No tenía ni electrodomésticos ni distracciones ociosas ni falta que le hacían. De vez en cuando lo vía repeinado hacia atrás, con una camisa blanca, cumpliendo con alguna festividad o con algún entierro, pero poco más. Su vida era su campo, estaba en él como las espigas o las patatas. Entraba en los surcos como el agua. Era un hombre de granito, de arena, un hombre de arena hecho vida por más de ochenta años. Delgado y fibroso, correoso y firme hasta que un día, alguien, alguna gente que " sabe que piensa porque no bebe el vino de las tabernas " se lo llevaron para maniatarle y arrancarle de cuajo, aquello que lo mantenía vivo.

Sabes que estoy dentro de tí, Paco. Nunca se me olvidará cuando en la residencia me dijiste, casi sin darte cuenta: " Yo también te quiero a tí ".....Gracias por enseñarme tanto

Desde Talavera la Real, 14 de mayo de 2012

LLuvia de sudor con el calor de mayo

LLuvia de sudor, verdadero vendaval de lágrimas del cuerpo que me empapan hasta el corazón. Así me he sentido ayer tarde entre los puentes, en ese terreno junto al río de Gévora. En una devoradora actividad de cosecha, de siega del verdor de las aglomeradas plantas de ribera. Con esos olores a verde y a vida, agachado junto a la tierra, dándole la mano y entregando la espalda y los brazos.

Me apresuro a acariciar el fieltro de las hojas y a cortar su alzado cuello. Poco a poco voy dejando el terreno liso, alfombrado de tallos y los olores esparcidos por el tiempo. Junto a mí, revolotean las semillas aladas de los paraisos y un olor de damas de noche embriaga hasta el vértigo.

Toda la tarde fueron sudores y aguas, un continuo río que no descansa, una corriente que no cesa y mi piel resistiendo como puede la embestida de las agujas de las zarzas y los riesgos de la hoz.

Hacía un calor húmedo como en el trópico,un calor que busca resguardarse bajo la sombra de los dinteles, pero al mismo tiempo , entregarse a la labor más absoluta y sublime de la naturaleza. Como dijo el sabio Miguel Hernández : ".... vestidura de oro de los trabajadores, adorno de las manos como de las pupilas, por la tierra esparce sus fecundos olores, una lluvia de axilas..."

Y luego.... la magia del riego, cubo a cubo, con la primitiva esencia de entregar a la tierra lo que la tierra ahora no consigue por el cielo. Entregar y dejarse domar por la lluvia de sudor, con el cuerpo ya calmado, siervo del alma y el corazón agrandándose a cada movimiento de caderas, como en un baile, como una danza entre terrones y plantas como planetas, embistiendo, hiriéndo, ganando parte al terreno que es como una gran corrida, un gran juego donde se da y se toma para engrandecer el alma, trofeo de los trabajadores.

Talavera la Real, 11 de mayo de 2012

Primavera, primavera

Mayo, las comuniones, la flor del saúco en el camino a la garganta, en ese árbol que siempre nos recuerda que estamos en mayo, con sus flores en racimo y en las últimas lluvias que avivan la garganta y bajan los primeros visitantes a ver el cauce .

Aún sigues tocado con el pié y mamá te coloca una venda elástica que te coge todo el tobillo y que resulta difícil introducir. Anoche soñé contigo, los dos solos, perdidos en no sé qué lugar. El fin de semana, entre nubes y claros con algo de frío aún por la humedad de la lluvia caída durante la semana. La Vera es ahora La Vera, con todo su esplendor y sabiduría de plantas y de color.

En la finca, el sábado, después del fútbol, estuvimos un rato. Yo pintaba de negro la tapa del pozo. Al principio me ayudaste un poco, pero te aburría, pues no podías mancharte y te resultaba, como es normal, una lata. Así que decidiste coger la hoz e irte a hacer de las tuyas, decapitando helechos. Pero al cabo del rato te oí llamarme desde el interior del coche: - Papá, papá, ven, ven. "! .Así es que fuí y te ví con el calcetín y la bota quitados de un pié, del derecho, del que tienes malito. Te habías clavado con algo y tenías un punto de sangre en el tobillo. LLorabas de la pena que te daba de tí mismo y nos abrazamos para consolarte. Fué muy emocionante. Me abrazabas, con los mocos colgando y yo te abrazaba dentro del coche.

Dimos un paseo precioso el sábado al final de la calle Moraleja.

El domingo salimos por la mañana a la pista de fútbol con Enrique y luego fuimos a jugar al rincón donde pone Carlos, al lado de la garganta. Florecen las escoberas y no hay árbol vivo que no haya echado brotes.

El agua suaviza el cauce pedregoso de la garganta. Da gusto verla transcurrir, sentir en calma su presencia y su lento devenir, transparente, líbida, sensual sobre su cauce de piedra. El agua me entra en el alma. Me dejo arrastrar hasta su espuma, disfrutando de su superficie fina, de crema, hasta el lecho de la garganta. Los niños juegan con la tierra y el perro excava agujeros en busca de bichejos. En un reducto, se acumulan robles pequeños entre las rocas , cantuesos y ruscos. Con las tijeras, realzo los troncos y elimino las ramas inhibidoras. Ahora, como alumnos aventajados, destacan cuatro o cinco pequeños robles, enhiestos.

El viernes llegué a la puerta de tu habitación. Me recibiste en tu pequeña guarida, en tu buhardilla jugando , llena de juguetes y enseres, tus herramientas particulares. Me recibiste con una alegría que te hizo soltar una retahíla de palabrejas, seudopalabras , onomatopeyas... Me hace gracia. Tu cuerpo fino, delgado, tus ojos achinados cuando te ríes... Todo lo quiero en tí.

Me enseñas chapas de botellas que pudiste coger. Me has dado cuatro de ellas, así es que mi colección se va ampliando gracias a tí.

Te tiro al suelo, jugando, te pellizco y abrazo, te muerdo donde puedo y te enfadas, gritas, " - Mamá, mamá ! ".  Y Mamá contesta desde la cocina : " Que quieres, Carlos " - Mira papá, mira lo que me está haciendo.! - " No grites ".

Se repite la escena cada vez que mi impulso se ensaña contigo.

El sábado jugamos en la pista solitaria de fútbol. Tu me tiras tiros con el balón de plástico, pues tu pié no te permite chutar uno  más fuerte. Pasamos los minutos en ese mundito.

Y el domingo por la tarde, te fuiste con mamá a la comunión de Gilbert, así es que no pude despedirme de tí como otro fin de semana.

 

Talavera la Real, 7 de mayo de 2012

Un sueño de finales de abril

Estaba rodeado de gente. Era algo así como una gran romería en el campo o quizá un campo donde vivía mucha gente en tiendas. Había fiesta, todo el mundo andaba entregándose a la bebida y otros ocios. También había gente lavando en un río que surcaba el lugar. Era un río de agua caliente. La ví bajar con la corriente a mi izquierda. Enfrente, en la otra orilla, mi madre, también mi padre, pero más retirado. El agua del río era caliente y salían de ella, serpientes, grandes serpientes de un marrón claro, en el sentido opuesto a la corriente. Al otro lado, mi madre, elegante y altiva, joven pero triste:   - " Maldito metal ".  ¿ Qué metal ?, repliqué.  "El dinero, maldito dinero ". Yo entré en una de las tiendas que hacía las veces de bar, cantina y discoteca. Pedía de beber y preguntaba por mi familia. Todos se habían marchado, hacían su vida.

Badajoz, 2 de mayo de 2012

Intercambio de chapas

El fin de semana, nubes y claros. Abril y la primavera, pero viene algo seca. Aún así, en La Vera, los campos se tiñen de verde y cae agua procedente de la sierra. Arriba, aún quedan manchas de nieve. Las noches son frías, aunque algo más leves y el día, el día, fenomenal.

LLegué, como de costumbre, un viernes más. Paré por Talayuela para buscar unos hierros, pero estaba todo cerrado por fiestas.

Estabas en casa de reposo, viendo la tele. En la habitación, extendido en el suelo, un circuito de vías de tren y la maquinaria con los vagones. Está todo tirado por medio y a tí te gusta así, disponer de todo en el mismo espacio. Nos hemos distraido con la locomotora dando vueltas y los vagones saliéndose por la tangente, descarrilando continuamente.

Al igual que tú, voy coleccionando chapas de las botellas, como cuando era pequeño y en las plazas de Villaralto, mientras en verano la gente alternaba en los veladores, nos colábamos bajo las mesas y entre los restos de gambas, palillos, servilletas y cigarros, encontrábamos chapas de botellas de cerveza, refresco mirinda, fanta o coca - cola. Ahora te veo a tí coleccionar estos valiosísimos objetos que tienes repartidos en varios sitios. Metes la mano en tu alcoba y dentro de una caja de plástico encuentras varias monedas. Te interesa mucho una del emperador Carlos V con fondo rojo y haces lo imposible por encontrarla.

Nos intercambiamos las de refresco, que quedan contigo, con las de cerveza, que pasan a mi colección en Badajoz. Ya tengo unas 40.

El sábado bajamos a la finca. Te entretienes con la hoz, cortando y segando lo que puedes. Yo, sobre la escalera que traje, voy haciendo agujeros para colocar la futura cubierta en los cuatro pilares que ya, desde enero, hay clavados en el suelo. En total, unos 16 metros cuadrados de cubierta. A ver si consigo hacerla !. Todo va despacio y me desespero.

Sigues con la pierna tocada y aunque la semana pasada te quitaron la férula, ahora guardas reposo y hay que suministrarte baños de contraste y movimientos con elástica.

Los baños de contraste son , 3 minutos en agua caliente, en un recipiente y 1 minuto en agua natural, así dos veces. Luego, te unto una pomada : voltaren, por la zona del tobillo.

Me gusta hacer esto, me siento bien cuidándote. Te miro y se te caen los mocos. Luego voy a por un pañuelo y te digo: Venga, más , sopla más.

El sábado te viniste a comer a Losar. Compré lo que te gustaba, excepto caprichos. Es decir: salchichas, huevos, petit suisse.... Así es que lo preparé todo y fuimos a casa. En el sofá, trato de dormir un poco la siesta , mientras tú ves los dibujos.

El domingo por la mañana la pasamos en casa, en Jarandilla. Me enseñas un libro sobre el Titánic, que recientemente hizo cien años de la tragedia. Es un libro que tiene las pastas duras, simulando el casco del barco.

Badajoz, Base Aérea. 24 de abril de 2012

Con el pié vendado

LLegó la Semana Santa y con la misma velocidad se fué. El jueves , recogí a Maribel en Almuradiel, pues venía en autobús desde Granada y después de fotografiar los molinos de Consuegra, llegamos a Losar.

Así es que el viernes fuí a recogerte a casa. A la entrada, plegada, una silla de ruedas y dos muletas de niño. El domingo pasado te heriste el pié al caer y ahora tienes una férula con una parte rígida. Así vas a tener que estar durante algunas semanas. Te veo desenvolverte bien y caminas a la pata coja dando saltitos. Me da pena, pero también, admiración por ver lo bien que te desenvuelves, con este impedimente impropio en un niño. Así es que no le hemos dado más importancia, pero claro, acumulas tensión y algo de estrés.

El viernes comimos en Losar de lo que trajo Maribel en un canasto. No puedes parar quieto y es normal, pero no me disgusta. Así el tiempo acompaña, pues está frío y lluvioso, como otras Semanas Santas .

El sábado fuimos los tres a Plasencia para ver Titanic, en su versión de 3 Dimensiones. Nada del otro mundo, porque todos conocemos la historia, pero en fin, pasamos unas horas distraidos con las gafas puestas.

Antes del cine, estuvimos en el parque de Los Pinos, con la silla de ruedas y maravillándonos con los pavos reales y sus alas desplegadas en señal de cortejo. Por una calle cuesta abajo, Maribel tira de la silla y nosotros subidos. Yo te sostengo y cruzamos la calle así.

El domingo, antes de irme, te ví jugar en tu habitación con amigos. Estás distraido y mamá te busca ocupaciones para no darte tiempo a aburrirte.

Déjame hablarte

Déjame hablarte en este tiempo. Sé que a veces no te gusta lo que te digo. Ya he dejado de pedirte que vengas conmigo a dormir a mi casa. No quiero ese temor en tus ojos. Déjame que te diga algo mientras te recuerdo callado, excavando conlas manos en los huertos o cortando con la hoz, plantas secas de tabaco. Has cogido el bote de pintura en espray y has bajado a ese rincón divino, para pintar las piedras de blanco, con puntitos pequeños por donde sale la pintura al presionar. Deja que te mire en la mañana plena, que te mire a lo lejos y te vea, en silencio, jugar, trabajar con tus manos y luego enseñarme una pequeña herida del zarzal. Deja que te quiera sin decir nada. No quiero llevarte a lugares seguros, aburridos, a sitios donde la luz artificial y los cristales, en lugar de iluminarnos, nos separan.  No quiero ese ruido por donde las personas se entretienen, esos bares, esos lugares donde al refugio de nuestra soledad, miramos a un vaso, un plato o una cara pintada. Deja que te mire a lo lejos, si es necesario, pero dentri de tí, en lo más grande de tu ser, ensimismado,, recreándote en el juego, veciéndote en el descubrimiento de esos mundos de tierra, de piedras y agua, de pintura y hormigas, de hoces y herramientas. Quiero verte de nuevo entrar en mi coche por la puerta falsa, por la puerta de atrás, como una aventura, como una travesura, buscando cachibaches para desahuciar a las hormigas de sus nidos y cavar agujeros o prender fuego a los montones de rastrojo.

Ay ! Qué del fuego !. Ese fuego que te brota, ese fuego que tocas, esa llama de tus ojos. Ese cuerpecito lleno de vida

Talavera la Real y tren hacia Granada. Finales de marzo y primeros de abril 2012

Una pecera en un vaso

LLegó el día del padre, que este año cayó entre semana. Así que cuando llegué el viernes y después de verte jugar al fútbol en el polideportivo de Jarandilla contra Talayuela, enseguida te dirijiste a mí para informarme que tenías un regalo.

LLegamos a casa, envuelto en papel de color azul marino, un vaso de plástico grande, dentro del cual varios peces de papel cogaban de una cuerdecita a modo de acuario. Un papel: Felicidades Papá. Y luego, al dorso, algo que representaba un coche y tu nombre .

Me alegré y grabé un poco en video. Luego, guardé el regalo y ahora lo puedo admirar en una estantería de mi salón en Badajoz.

Hemos ido a la finca. Te entretienes jugando con la tierra y las hormigas en lo alto de la pared. Mientras, voy cortando, regando y haciendo algunas labores. Siguen los días calurosos y no llueve. Un invierno muy seco ha dado paso a una primavera sin apenas agua. La garganta y su escaso nivel, anuncia el peligro de un verano sin piscinas donde refrescarse.

El domingo hemos ido a Navalmoral, a la hípica. Hace polvo en el ambiente por el viento. Te paseas en el poni. Luego vino mamá y Vlad y fuimos a comer a un chino.

Ese rincón de Gévora entre puentes

LLevo ya casi dos meses acudiendo allí casi a diario. He escogido este lugar por una corazonada, casi una corazonada. Allí encuentro agua, el río Gévora pasa lentamente hacia Badajoz. Allí encuentro un lugar donde llega la gente a comer, a beber, a hablar junto a la barra de una cantina. Allí , paralelos, dos puentes: un viaducto de hierro, con remaches, al estilo de los puentes de primeros del siglo XX o finales del XIX, pintado de azul, un azul envejecido y arriba, los coches, peatones y alguna bicicleta, pasan por la tarde. Delante, un cartel : Río Gévora, un cartel de hierro y una carretera antigua por donde antes , pasaban los coches que iban a Cáceres. Al otro lado, paralelo como digo, el sufrido Puente de Cantillana, construido por Gaspar Méndez entre 1531 y 1535. Un puente de piedra, largo, abovedado, con numerosos arcos bajo los cuales, el río se hace bello, esbelto. En el centro del puente, producto del descuido y abandono, un boquete y debajo de él, han crecido árboles de ribera apoyándose en los restos de la construcción para sobrevivir a las aguas.

Hoy he visto la luna casi, casi llena, y su reflejo en el cristal del ocaso. He subido hasta donde el agujero me permite, cámara en mano. Detrás, entre los dos puentes, puedo ver el resultado de mi trabajo de casi dos meses.

No es necesario comprar nada para tenerlo. Pongo mi amor e intención en este lugar y digo " para distraerme " y no necesito papeles para hacerlo mío. No puedo comerciar con este terreno, este pedacito de tierra que no puede verse desde demasiado arriba, pero yo lo veo con una inmensidad infinita. Porque es aquí donde derramo cada tarde gotitas de sudor que me recorren todo el cuerpo y es aquí donde planto las pequeñas plantitas que antes sembré en cautividad.

En estas tardes de primeros de marzo, cuando el invierno sin invierno casi se va de las manos y tan solo nos quiere dejar noches aún frías y las madrugadas, acudo a mi lugar sagrado y poco a poco voy dejando espacio entre los zarzales y la maleza seca. Hay de todo, de todo como una maraña: árboles secos, ramas rotas, arbolitos que no llegan a adultos porque no ven la luz....

Sigo en mi labor, una labor sin prisa, una labor que sigue los dictados de la voluntad, con sus caprichos, con sus intenciones y deseos, también con sus momentos perezosos y otros más frenéticos, pero sigo con ella. Esto me hace feliz, me concentra, también me une a la tierra, que como todo lo bello y verdadero, busca quien la quiera y no entiende de prisas.

Badajoz, desde el río de Gévora, 7 de marzo de 2012

Regando con un motor

Compré un motor pequeñito para sacar agua. Me lo mandaron por correo a Talavera la Real desde Alpedrete, Madrid, por subasta en Ebay. Es un motor amarillo y negro, que nos sirvió para sacar agua. Compré los accesorios y el sábado fuimos a regar la finca. Al fin sacó agua tras varios intentos y llenamos la cuba sin usar que tengo allí desde hace bastante tiempo. Luego, cogiste un extremo de la manguera y fuiste dejando agua en los arbolitos. Yo te gritaba, pues con el ruido de la máquina no se oía nada. Debajo, cuando te aburriste, debajo, en el lugar donde el arroyo se torna bucólico bajo el paraguas de los sauces y las mimbreras, allí, cruzaste mojándote, el agua. Te mojaste los pies, si. Te ví cruzar sobre unas tablitas y romperlas al pasar, metiendo las botas en el agua y salir de ella como después de haber cometido una travesura. El día está despejado , frío y soleado. No llueve. Este año va de sequía. Este invierno se pinta despejado y la primavera llega sin agua, llega febrero sin agua y todo está dormido, desértido, pasmado por la falta de humedad. 

Te he visto con la manguera en las manos y el chorro de agua milagrosa que venía del arroyo, cayendo sobre la tierra seca. Líquido milagroso, maná para las plantas. Y luego.... el fuego, ! Cómo no !. Me recuerdas a mí y ese acto. Luego, te has ido a cortar y jugar a la finca de al lado, a merodear por ahí, agachado o de cuchillas. Te llamo, nos fuimos para comer.

Por la tarde, estuvimos en el cine, en Plasencia : " Caballo de Batalla", sobre la primera guerra mundial y un caballo que se adaptaba y salía de todas. Bueno, al final, te aburriste un poco. La verdad es que es un poco larga, más de dos horas.

Badajoz, 14 de febrero de 2012

Febrero, por la carretera

Quien lo duda: detrás de cada vida , hay una muerte escondida. Conduzco por la carretera, una vez más, delante mía, líneas, oculta, en cualquier lugar, cualquier tramo, se ven los lazos de una muerte que me amenaza. Separo los ojos del asfalto, un cruce de camiones, un coche que pasa y corta el aire a mi altura. Solo un fallo, un giro inesperado, una gota de sueño y todo acaba: se terminaría una manera de ver la vida , pero no solo eso, habrías enterrado, sin darte cuenta, un universo, pues este es, la manera de cada uno de verlo. Miles de millones de vidas se esconden dentro de cada uno, cuando por la ventana de sus ojos, te asomas a la realidad y notas como se mueven, como diminutos presentes, las personas en la acera, como cruzan sin decirte nada, sin significarte nada, tan solo los que quieres, a los que quieres.... y no siempre, y no siempre..... Pero los otros, la mayoría, apenas son tristes sombras con movimiento, pasos en la calle, a veces , incluso , ¡ maldito incluso !, nada, nada, voces, figuras, uniformes, coches, bultos o colectivos, muchedumbre, gente, nada, nada, sonidos..... que odias.

Pero asómate un poco, un poco a esta realidad que llevas contigo, a este compromiso de universo que cada persona representa. Llevas contigo todo el peso de un universo, porque si ahora mueres, muere una vida desde tus ojos, vista desde tí, a pesar de esconderte detrás de una ventana, sobre un sofá, detrás de una habitación que te espera fría, o un tren que viaja sin hacer ruido, absorto, pensativo, lejos de allí.

Pero eres tú y te mantienes. Te mantienes por esa increíble magia del amor, de que otro te está pensando y tu, mientras tanto, puedes dormir tranquilo y levantarte con humor. Puedes seguir viendo nuevamente esas caras, ese conjunto de caras y disfraces con que se adornan tus días. Ese círculo, ese círculo. ... obligaciones ?. Trabajos ?. Excusas para abandonarte a ese círculo y seguir maquinando nuevamente un nuevo pensamiento, una ilusión, una nueva resistencia al tiempo: Has visto ese escaparate, esa prenda, aquella mirada aún lejana???.

Vuelas sobre tí, casi siempre, sin sostenerte , pero sigues ahí, colaborando con tu granito de sin - pasión, con tu especie de huevo diario, con tu donación a un profundo vacío, para sentir que no estás solo, que delante tuya, a tu lado, esas figuras que pasan y se alejan, que abren la boca y hablan y te escuchan, y que te quieren descifran o comer en algún momento, que esas figuras, también, a pesar de marchar en grupo, sienten dentro , la abominable fiereza de su soledad.

Losar de la Vera, 10 de febrero de 2012

Desde lejos, te quiero

Es la presencia que se viste de negro para que no nos veamos. Pero sigo estando allí, en esos rincones de tu casa, en tu cuarto y en tu cama, cuando duermes. Sigo estando allí en mis pupilas brillantes, picantes cuando las baña una lágrima y también, cuando te nombro, recordándote cada momento, cuando hablo, sales tú como de una fuente. Sales y te colocas juguetón en cada calle, buscando un rincón, una plaza, un objeto o bien, agachándote para coger algo simple: la piedra, el palo, algo.

Me enseñas lo que es verdaderamente sencillo, lo que es estar en el juego y bañarte de él, como de la vida, como sé que es la vida ahora y te sigo: juego y curiosidad. Como eres tú así , como yo te quiero y me veo. Espejo soy de mi padre y de tí. Entre ellos estoy como un puente. Tú en una orilla, él, en la otra. Y yo en medio como el agua, como el puente, su espejo. Vivo en otro lugar, sí, por qué no voy a decirlo, lejos de tí, pero ahora, si me preguntan, solo hablaré de tí,porque estás muy dentro. Solo te nombraré como a un sol, como lo más grande que me cubre, como esa luz que sabemos que nos ilumina pero que no conseguimos verla. Luz y puente, la otra orilla, allí estás tú, rozándome en cada momento, con tu ribera, con mi paso, la noche, el día. Si me preguntan, y aún sin preguntarme, hablo siempre de tí, porque estás bien dentro, bien seguro dentro de mí, aunque sé que eres libre, eres tú y nunca voy a dejar que no lo seas.

Te quiero, mi niño. Badajoz, en mi casa,. Juan Bautista Cámara. 6 de febrero de 2012

 

Sin un diente

Muestras tu dentadura atrevida sin un diente que se te cayó. En su lugar, un hueco , mellado, descarado , un niño atrevido que crece. Fuí a verte al picadero de caballos, ganaste un primer premio, el podio, tu indumentaria. Mordías la medalla de oro, tu primer oro, tu primer éxito....Creces, en el campo hacemos fuego, pero el resfriado te mantiene algo flojo, sin ganas. Con la azada haces un surco junto a las plantas de tabaco. Diciembre, otro diciembre más. Creces, tengo un hombrecito al lado mía. Soy un padre inquieto y así eres tú. Vas aún en el asiento de atrás, pero ya te veo algo mayor y me corriges si conduzco con una sola mano.

Hacemos un fin de semana más, entre el invierno que se acerca

Dako

Dako. Es tu palabra para rotular con el spray naranja que cogí en Villaralto y que te traje para jugar. Dako es un personaje de dibujos, un personaje de color rojo. Así es que frente a la finca, en una pared de tacos grises, un pequeño cuarto de aperos del vecino, allí escribiste Dako.

El viernes llegué a Navalmoral, al polideportivo donde últimamente juegas tus partidos de fútbol. Es un polideportivo alumbrado con luz eléctrica y cubierto. Estás de portero y por un ventanuco te llamo y me escondo. No me localizas, pero por la voz sabes que soy yo. Hasta que me pongo a tu alcance y me ves y te veo jugar. Luego te han cambiado y juegas para meter gol. Habéis ganado 4-1 a Navalmoral. Es el viernes 25 de noviembre de 2011

Hemos pasado casi todo el fin de semana " finqueando ". Es decir, en la finca. Traje maderitas de un palé destrozado y nos sirvieron de combustible junto a los rastrojos y restos de poda. El humo y el fuego compiten, nuestras ropas se llena de olor a humo, a tierra, de olor a sudor, al trajín de lo agrícola que durante siglos ha unido a generaciones de padres a hijos.

Luce un sol agradecido este fin de semana que ya cuento, que ya pasó, cimentando a otros o más bien, girando en torno a otros como elementos todos de un tio vivo que solo para para morir, descansar, generar otras formas de vida o qué se yo.

Pero eso ahora no importa. Estamos camino de la finca. Te pones detrás. LLevamos las herramientas, las hoces, una para tí, la otra para mí.

Decapitas sin tregua las matas de tabaco que quedaron después de la siega. Te desgastas por esos campos en un frenético girar el brazo y segar el tronco carnoso con las grandes hojas del tabaco. Te miro de reojo mientras voy trabajando en distintas labores. Hemos dejado el coche cerca, sacado un cubo con arena y otro con piedrecitas. Pero no nos dedicamos de momento a la albañilería. Hay que segar y segar los helechos que crecen a miles, los pastos que se arracan con facilidad con la tierra húmeda, rebosante de podredumbre y vida, ansiosa de digerir lo orgánico, tragándose los restos de una poda anterior que ya reposa viscosa.  Por otro lado, también nos ha dado tiempo, como no, a quemar, a arrimar el mechero a los bajos de los montones de pasto, allí donde el sol ha secado antes los tallos. Y sale un humo blanco que lo cubre todo.

La llama arrasa todo cuanto se deja. Esperamos pacientes su obra, pero mientras tanto, vas arrimando pasto en llamas a otros lugares. Te gusta verlo todo en llamas. Te fascina desde hace tiempo esta vida del fuego, su dinamismo o su obra, sus consecuencias.

En una maceta, que llenamos de tierra, hemos puesto una bellota y una nuez. Te doy a elegir y eliges la bellota que sembraste empujando hacia dentro unos centímetros.

Estamos en el campo, llenándonos de vida, cogiendo la senda del sudor. Estoy feliz contigo, entre tanto que hacer y contigo, al lado tuyo, sintiéndote vivo, cerca, cerca y al lado mío.

Ese mismo sábado viniste a comer a Losar. Hice arroz con pollo. Mientras tanto, veías la tele y picoteabas tostadas de pan. Luego, llenamos todo de arroz, arroz blanco, mientras te metía los trozos de pollo en la boca. Me eché un poco sobre el sofá, tú , al lado, los dos. Vaya siesta!. Nos levantamos. Fuimos a la garganta de Cuartos. Allí, con el río engordado por las lluvias, hicimos fotos, montaste en el columpio y sobre todo , escribimos , escribimos en las piedras : Papá y Carlos. La primera palabra tú, la segunda yo. En otro lado : Dako.  y en una piedra junto al columpio " C 17 ". Así te llamas : C 17.   Es de color naranja, como la tarde, como la tarde de un noviembre que se va acabando entre los árboles a medio desnudarse y las setas tímidas a pié del arroyo.

Las castañas asadas

Qué ilusión contenida dentro de mis pupilas !. Cuánto goce con lo que el otoño nos ofrece: colores, olores, la fruta... el arroyo que lleva agua, la garganta con su sonoro discurrir... Ha llovido la semana pasada, durante tres días y todo goza de un otoño colorido, amarillo, naranja y ocre, como debe ser. Me levanto por la mañana, te llevo churros. Siempre te pillo en el sofá, atento a los dibujos, sin pestañear. Compro cuatro o cinco churros en la churrería de la calle Machín y te los llevo antes de que se enfríen, aunque es cierto que suelo pararme a charlar o a visitar a Selvi en su modesta tienda de comestibles. Me gusta el pueblo en esta época. Salgo temprano de Losar, con pesadillas y durmiendo a saltitos. Me voy directo a la finca, a sudar, a enfrascarme en la tentación de la tierra húmeda, a sentir la fascinación del olor al cavar la tierra, del pasto podrido, de las raices , las plantas, los arbolitos recién nacidos , algún hallazgo en forma de roble o castaño. Cojo la hoz y me pongo a combatir con una tierra que se resiste. No es un combate con victoriosos y perdedores . Es una lucha generosa , un juego. Y acepto esas normas con mi dolor de espalda incluido y el sudor lento pero continuo.

Hemos ido los dos, herramientas en mano: una piqueta que compré en Badajoz, un instrumento que enseguida usaste para cavar en la tierra blanda al lado de las últimas matas del tabaco que no se cogió, cavar y cavar, agachándote sobre la tierra, con tu mono azul, el que usas para Los Escobazos. Te veo esforzarte para hacer un agujero. Vamos al terreno, llevamos las castañas en una bolsa, cartón, las trévedes, una sartén con agujeros, las hoces y agua. Me olvido del encendedor y te mando al coche para traerlo. Entonces empieza el ritual del fuego, calientan con humo las primeras llamitas sobre el poco pasto seco que podemos encontrar, el de más arriba de la mata muerta, aquel que se secó por el aire. Debajo, en el contacto con el suelo, todo lo podrido se mezcla con la tierra, hay un olor a reciclaje, a vida que muere y vida que nace. Los frutales, aún con hojas, amarillean. Algunos crecieron poco, no dejaron fruta alguna, pero les quiero, los quiero a todos y a la hilera de arbolitos que poco a poco van creciendo junto a la pared del bancal, auspiciados por los regadíos del verano y protegidos del frío junto al tapial. Recoges cualquier cosa para alimentar el fuego. Mientras voy cortando los pastos, las hierbas, los tallos crecidos, segando los helechos, amontonándolos como cada año para la futura hoguera del invierno. El agua corre al lado y se oye su tintineo. Ponemos las castañas al cabo del rato y se van tostando. Luego, las abro con los dedos como un salvaje para comerlas y tú haces lo propio. No todas te gustan.Algunas están podridas y no pueden comerse. Doy un bocado y las tiro. Otras te gustan, y las vas metiendo poco a poco en la boca. Guardamos alguna en tus bolsillos pequeños para mamá. Te atascas al comer. Te he grabado un video. Humo, sudor, el olor de la castaña, del fuego hecho a remiendos. Mi hijo enfrente mía, sentado sobre el pasto, los dos solos, en un juego de complicidad sin testigos, inmutable, pasajero, pero eterno.

A la vuelta, coges el pequeño pico, haces un agujero y entierras un trozo de ladrillo: es una piedra para pintar, tapas con tierra el hueco y pones al lado una cruz para localizarlo. Me hace gracia todo ello. Al lado del camino has dejado un secreto escondido, una piedra como un tesoro, una imaginación sin límites.

Me vienes con el dedo cortado, con cara de haber hecho alguna travesura. La hoz se te escapó y te hirió. Me dijiste: " Papá, este año no voy a poder coger manzanas ". Y miro tu herida y te digo: " Anda, corre al arroyo para lavarte ". Cuando bajo te veo orinar y un chorro cae sobre el agua hacia abajo.

Dejaste un secreto bajo la tierra y un hueco de pasto quemado en el camino, por tu cuenta. Pero me pareció bien porque sabes manipular algunas cosas importantes y eso me gusta.

Las herramientas son un puente para nosotros. Te iré dando cosas nuevas. Quiero aprender a vivir con tu sonrisa, una vez más, sin prisas, solo la que tus saltos dan cuando paseamos, hacia " Artesanía Loli" ,para comprar chuches, un delfín de goma y azúcar, unos cigarritos de chicle....

Una pequeña Torre Eiffel

Mamá no estaba;Te dije: " Carlos, sabes guardar un secreto? ". Entonces, saqué de mi mochila una llavero con una pequeña Torre Eiffel de color plata y te la mostré: " Toma, Carlos, para tí ". Tú me respondiste: " Es que has estado en París ?". Yo te dije: " La compré en una tienda". Fuiste corriendo a por una caja de metal que vaciaste de su contenido y allí la colocaste tumbada entre una esponja.

Habíamos estado casi una semana en París y me vine conmovido por la belleza de la ciudad y de la torre, que bajo ella, era como estar dentro de una nave espacial. Me acordé mucho en aquel momento de tí y te traje este recuerdo. Es pequeño, como ves, casi minúsculo, pero el recuerdo y cariño en él contenido es grande y puro, hermoso y auténtico. No sirve para presumir ni nada de eso, pero contenida en esa caja, aún más hermosa por su misterio.

Ahora es tuya, no importa su pertenencia, pero ahora es tuya. La traje desde París, brillante y simbólica. Quizá la conserves durante mucho tiempo. Es un secreto entre los dos, ya sabes.

El sábado fuimos a la finca. Ya te gusta ir y como aún no se puede hacer fuego, por la temperatura, nos pusimos a quitar hierba y sudar. Me conformo con abrir un camino a ambos lados y por ahí pasar. Te veo ir por delante con la hoz y desmochar las hierbas y los pastos. Cuando te cansas te vas a hacer agujeros con la azada, que he traido esta vez. De vez en cuando te llamo para ver por donde andas. Estoy enfrascado en la tarea y me gusta que estés por allí.

De repente te presentas con una sandía pequeña, pero jugosa, que abrimos para comer. Entonces es delicioso: los dos como primitivos, con la sandía entre los labios y los mocos colgando. Te llevo al arroyo, que trae poca agua, pero buena y allí te limpio los mocos y la boca de los restos de sandía. De un manotazo abarco toda tu carita suave. Me dá mucho gusto esto, que es algo que hacemos alejados del mundo, nosotros solos, en plena naturaleza, más allá y más profundo. Cuando caminas entre las piedras, te sobreviene la emoción y exclamas: " Papá, estamos en la Naturaleza ". Que bueno fué comprar este trocito de terreno, qué bueno fué dejarlo así, lleno de maleza y hierbajos, para poder juntos, arrancarlos y segarlos, para poder juntos quemarlos a la llegada del otoño y poder juntos sentir la verdad del trabajo y del sudor, la verdad del campo.

Este mismo sábado, en Pozoblanco, santoral de Santa Teresa, como el hospital de Mannheim donde nací y donde nació la tía Sonia, ha nacido tu nuevo primo: Eduardo Fernández Caballero, bajo el signo de Libra, hijo del tío Eduardo y Verónica. 15 de octubre de 2011. Toda una fecha. Un nuevo miembro en la familia. El tío estaba allí, con el abuelo. Iremos a conocerlo, ¿ te parece ?.

El domingo volvimos al terreno, para seguir con la tarea. Como no pudiste resistir sin hacer fuego y las llamas se propagaron fácilmente, cogiste el agua que traíamos para beber y la echaste para extinguirlo. Me enfadé un poco, pero te comprendí. Te mandé a coger otra sandía para refrescarnos. Se te calló al suelo y la trajiste un poco partida, pero estaba, como la otra, muy dulce.

Te compré en la panadería una pequeña cantimplora de juguete con un líquido rosa. También quisiste una caña de azúcar, que al final olvidé en la mochila. Regresé de Losar a casa para dártela, con un balón que también olvidaste, con un balón de goma con muchas banderas de paises.

LLoro pensando en tí, es amor. No tengo medida para esto ni palabras. No encuentro objeto para rendirme, ni un tejado donde subir para verte. Estás dentro de mí, eres yo mismo, pero te quiero tanto que dejarte libre es como verte volar. Mi niño de siete años,tan personal ya, tan tú mismo, tan , tan , tan Carlos.

Badajoz, 17 de octubre de 2011