Déjame hablarte
Déjame hablarte en este tiempo. Sé que a veces no te gusta lo que te digo. Ya he dejado de pedirte que vengas conmigo a dormir a mi casa. No quiero ese temor en tus ojos. Déjame que te diga algo mientras te recuerdo callado, excavando conlas manos en los huertos o cortando con la hoz, plantas secas de tabaco. Has cogido el bote de pintura en espray y has bajado a ese rincón divino, para pintar las piedras de blanco, con puntitos pequeños por donde sale la pintura al presionar. Deja que te mire en la mañana plena, que te mire a lo lejos y te vea, en silencio, jugar, trabajar con tus manos y luego enseñarme una pequeña herida del zarzal. Deja que te quiera sin decir nada. No quiero llevarte a lugares seguros, aburridos, a sitios donde la luz artificial y los cristales, en lugar de iluminarnos, nos separan. No quiero ese ruido por donde las personas se entretienen, esos bares, esos lugares donde al refugio de nuestra soledad, miramos a un vaso, un plato o una cara pintada. Deja que te mire a lo lejos, si es necesario, pero dentri de tí, en lo más grande de tu ser, ensimismado,, recreándote en el juego, veciéndote en el descubrimiento de esos mundos de tierra, de piedras y agua, de pintura y hormigas, de hoces y herramientas. Quiero verte de nuevo entrar en mi coche por la puerta falsa, por la puerta de atrás, como una aventura, como una travesura, buscando cachibaches para desahuciar a las hormigas de sus nidos y cavar agujeros o prender fuego a los montones de rastrojo.
Ay ! Qué del fuego !. Ese fuego que te brota, ese fuego que tocas, esa llama de tus ojos. Ese cuerpecito lleno de vida
Talavera la Real y tren hacia Granada. Finales de marzo y primeros de abril 2012
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