Las castañas asadas
Qué ilusión contenida dentro de mis pupilas !. Cuánto goce con lo que el otoño nos ofrece: colores, olores, la fruta... el arroyo que lleva agua, la garganta con su sonoro discurrir... Ha llovido la semana pasada, durante tres días y todo goza de un otoño colorido, amarillo, naranja y ocre, como debe ser. Me levanto por la mañana, te llevo churros. Siempre te pillo en el sofá, atento a los dibujos, sin pestañear. Compro cuatro o cinco churros en la churrería de la calle Machín y te los llevo antes de que se enfríen, aunque es cierto que suelo pararme a charlar o a visitar a Selvi en su modesta tienda de comestibles. Me gusta el pueblo en esta época. Salgo temprano de Losar, con pesadillas y durmiendo a saltitos. Me voy directo a la finca, a sudar, a enfrascarme en la tentación de la tierra húmeda, a sentir la fascinación del olor al cavar la tierra, del pasto podrido, de las raices , las plantas, los arbolitos recién nacidos , algún hallazgo en forma de roble o castaño. Cojo la hoz y me pongo a combatir con una tierra que se resiste. No es un combate con victoriosos y perdedores . Es una lucha generosa , un juego. Y acepto esas normas con mi dolor de espalda incluido y el sudor lento pero continuo.
Hemos ido los dos, herramientas en mano: una piqueta que compré en Badajoz, un instrumento que enseguida usaste para cavar en la tierra blanda al lado de las últimas matas del tabaco que no se cogió, cavar y cavar, agachándote sobre la tierra, con tu mono azul, el que usas para Los Escobazos. Te veo esforzarte para hacer un agujero. Vamos al terreno, llevamos las castañas en una bolsa, cartón, las trévedes, una sartén con agujeros, las hoces y agua. Me olvido del encendedor y te mando al coche para traerlo. Entonces empieza el ritual del fuego, calientan con humo las primeras llamitas sobre el poco pasto seco que podemos encontrar, el de más arriba de la mata muerta, aquel que se secó por el aire. Debajo, en el contacto con el suelo, todo lo podrido se mezcla con la tierra, hay un olor a reciclaje, a vida que muere y vida que nace. Los frutales, aún con hojas, amarillean. Algunos crecieron poco, no dejaron fruta alguna, pero les quiero, los quiero a todos y a la hilera de arbolitos que poco a poco van creciendo junto a la pared del bancal, auspiciados por los regadíos del verano y protegidos del frío junto al tapial. Recoges cualquier cosa para alimentar el fuego. Mientras voy cortando los pastos, las hierbas, los tallos crecidos, segando los helechos, amontonándolos como cada año para la futura hoguera del invierno. El agua corre al lado y se oye su tintineo. Ponemos las castañas al cabo del rato y se van tostando. Luego, las abro con los dedos como un salvaje para comerlas y tú haces lo propio. No todas te gustan.Algunas están podridas y no pueden comerse. Doy un bocado y las tiro. Otras te gustan, y las vas metiendo poco a poco en la boca. Guardamos alguna en tus bolsillos pequeños para mamá. Te atascas al comer. Te he grabado un video. Humo, sudor, el olor de la castaña, del fuego hecho a remiendos. Mi hijo enfrente mía, sentado sobre el pasto, los dos solos, en un juego de complicidad sin testigos, inmutable, pasajero, pero eterno.
A la vuelta, coges el pequeño pico, haces un agujero y entierras un trozo de ladrillo: es una piedra para pintar, tapas con tierra el hueco y pones al lado una cruz para localizarlo. Me hace gracia todo ello. Al lado del camino has dejado un secreto escondido, una piedra como un tesoro, una imaginación sin límites.
Me vienes con el dedo cortado, con cara de haber hecho alguna travesura. La hoz se te escapó y te hirió. Me dijiste: " Papá, este año no voy a poder coger manzanas ". Y miro tu herida y te digo: " Anda, corre al arroyo para lavarte ". Cuando bajo te veo orinar y un chorro cae sobre el agua hacia abajo.
Dejaste un secreto bajo la tierra y un hueco de pasto quemado en el camino, por tu cuenta. Pero me pareció bien porque sabes manipular algunas cosas importantes y eso me gusta.
Las herramientas son un puente para nosotros. Te iré dando cosas nuevas. Quiero aprender a vivir con tu sonrisa, una vez más, sin prisas, solo la que tus saltos dan cuando paseamos, hacia " Artesanía Loli" ,para comprar chuches, un delfín de goma y azúcar, unos cigarritos de chicle....
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