Primavera, primavera
Mayo, las comuniones, la flor del saúco en el camino a la garganta, en ese árbol que siempre nos recuerda que estamos en mayo, con sus flores en racimo y en las últimas lluvias que avivan la garganta y bajan los primeros visitantes a ver el cauce .
Aún sigues tocado con el pié y mamá te coloca una venda elástica que te coge todo el tobillo y que resulta difícil introducir. Anoche soñé contigo, los dos solos, perdidos en no sé qué lugar. El fin de semana, entre nubes y claros con algo de frío aún por la humedad de la lluvia caída durante la semana. La Vera es ahora La Vera, con todo su esplendor y sabiduría de plantas y de color.
En la finca, el sábado, después del fútbol, estuvimos un rato. Yo pintaba de negro la tapa del pozo. Al principio me ayudaste un poco, pero te aburría, pues no podías mancharte y te resultaba, como es normal, una lata. Así que decidiste coger la hoz e irte a hacer de las tuyas, decapitando helechos. Pero al cabo del rato te oí llamarme desde el interior del coche: - Papá, papá, ven, ven. "! .Así es que fuí y te ví con el calcetín y la bota quitados de un pié, del derecho, del que tienes malito. Te habías clavado con algo y tenías un punto de sangre en el tobillo. LLorabas de la pena que te daba de tí mismo y nos abrazamos para consolarte. Fué muy emocionante. Me abrazabas, con los mocos colgando y yo te abrazaba dentro del coche.
Dimos un paseo precioso el sábado al final de la calle Moraleja.
El domingo salimos por la mañana a la pista de fútbol con Enrique y luego fuimos a jugar al rincón donde pone Carlos, al lado de la garganta. Florecen las escoberas y no hay árbol vivo que no haya echado brotes.
El agua suaviza el cauce pedregoso de la garganta. Da gusto verla transcurrir, sentir en calma su presencia y su lento devenir, transparente, líbida, sensual sobre su cauce de piedra. El agua me entra en el alma. Me dejo arrastrar hasta su espuma, disfrutando de su superficie fina, de crema, hasta el lecho de la garganta. Los niños juegan con la tierra y el perro excava agujeros en busca de bichejos. En un reducto, se acumulan robles pequeños entre las rocas , cantuesos y ruscos. Con las tijeras, realzo los troncos y elimino las ramas inhibidoras. Ahora, como alumnos aventajados, destacan cuatro o cinco pequeños robles, enhiestos.
El viernes llegué a la puerta de tu habitación. Me recibiste en tu pequeña guarida, en tu buhardilla jugando , llena de juguetes y enseres, tus herramientas particulares. Me recibiste con una alegría que te hizo soltar una retahíla de palabrejas, seudopalabras , onomatopeyas... Me hace gracia. Tu cuerpo fino, delgado, tus ojos achinados cuando te ríes... Todo lo quiero en tí.
Me enseñas chapas de botellas que pudiste coger. Me has dado cuatro de ellas, así es que mi colección se va ampliando gracias a tí.
Te tiro al suelo, jugando, te pellizco y abrazo, te muerdo donde puedo y te enfadas, gritas, " - Mamá, mamá ! ". Y Mamá contesta desde la cocina : " Que quieres, Carlos " - Mira papá, mira lo que me está haciendo.! - " No grites ".
Se repite la escena cada vez que mi impulso se ensaña contigo.
El sábado jugamos en la pista solitaria de fútbol. Tu me tiras tiros con el balón de plástico, pues tu pié no te permite chutar uno más fuerte. Pasamos los minutos en ese mundito.
Y el domingo por la tarde, te fuiste con mamá a la comunión de Gilbert, así es que no pude despedirme de tí como otro fin de semana.
Talavera la Real, 7 de mayo de 2012
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