En bici por Pueblonuevo del Guadiana y Alcazaba. Florece abril
EL presente es como el sombrero de un mago. Vas descubriendo dentro de él, misterios y pistas que te conducen a una sucesión de nuevos presentes por donde caminas. Esto es como caer en un pozo, como ir avanzando en una dirección, pero sin ningún sentido. Es lo mismo, aquí que allí. Lo importante es sentirse bien en ese “cada momento”. Una realidad teñida por ti, inventada por ti , conduce a otra, como colocar andamios. Eso lo he vivido esta tarde cuando paseaba en bici hacia los pueblos de colonos de las Vegas Bajas, cerca de Talavera la Real. Yo iba pedaleando, al principio sin apenas ilusión y casi sin ritmo, por el viento de costado y algo bajo de forma tras las vacaciones de Semana Santa. Pero dejé la carretera que conduce a Talavera tras pasar el Badén Talavera, y una carretera sin arcén que sale a la izquierda, cogí un camino de esos anchos y frecuentados por vehículos de todo tipo, que al pasar, dejan una polvareda enorme. Bueno, ni que decir tiene que la tarde ha sido un suspiro, lo que se dice, una hermosa tarde de abril primaveral. Los campos, aún con la humedad retenida de las lluvias, exhiben un verde brillante, pulido. En la pista de tierra, al margen izquierdo, he encontrado un hermoso pino. Una hermosa y viva criatura con una estructura vegetal envidiable. He llegado a un cruce y atravesado Pueblonuevo del Guadiana. Un pueblo blanco de colonos a la margen derecha del Guadiana. Al pasar el pueblo he continuado por una carretera que por un puente, atraviesa el trazado de las vías del futuro AVE. Me he parado para hacer fotos . Luego, como digo, la tarde se ha mostrado amable y el campo, como algo lleno de curiosidad y amabilidad. Los olores de las flores de los frutales llegaron a mi olfato para decirme que este es un buen lugar.
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