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feranza

CARTA A CARLOS. SEVILLA 13 ABRIL 2007

        Te escribo, hijo, desde la soledad, desde mi soledad en este piso de Sevilla que a veces me aprieta como una faja. Cae poco a poco la tarde de primavera, medio lluviosa, con nubes. He hablado contigo por teléfono. Te asustan los truenos y las tormentas que azotan La Vera. Yá quisiera estar allí y contigo entre mis brazos, pero no quiero caer en el señuelo de la fatiga, de esa rueda mortal que me gira, que me gira hasta ponerme boca arriba los fines de semana. Y luego el regreso. Pienso en todo eso y me inundo de desesperanza, a la vez que me libero entre tus brazos. Pero es tan corto ese instante, ese instante de tu sonrisa entre mis dedos, frente a mis pupilas afanosas en arrebatarte besos del aire, besos de tu cara infantil, que huele a hierba, incolora. Te oigo al teléfono como te enfadas y pataleas en casa, allá en la lejanía. Hijo, me pregunto: ¿ donde llegará esto ?. Hasta donde ?. Y lo peor, ¿hasta cuando?. Conservo la calma a ratos, pero no puedo pensar en esa mitad que está allí, es ese otro trozo que me cortaron con una sierra cuando regresé a Sevilla. Te añoro en la distancia. No quiero perderte como una hoja en el río. Que pena tan grande entonces !. Que horror , que muerte !. No quiero perderte y adoro tu piel, como adoro tus palabras recien nacidas aún, recién estrenadas aún, en desarrollo.


Te quiero, hijo mio.

 

 

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