Hijo. Que tal estás?. El domingo pasado fué el primer día que pude verte a través de este invento que es el ordenador y la cámara web. Estabas allí, en casa, con mamá, en tu actividad de domingo, jugando con tus juguetes y de aquí para allá inquieto como siempre. Apenas pude verte, apenas disfrutarte, ya que estabas intranquilo y te aburrías sentado frente a la pantalla. Pero lo poquito que te ví, me alegré. Acercabas tu gran tractor de plástico para que lo viera bien y esto me emocionó, pues es algo nuevo entre nosotros. Ya hablas casi todo, aunque a tu manera. A veces, hay palabras que no entiendo, pero en tu mundo quieres darme debida cuenta de todo. Mañana, si el destino lo desea, podremos vernos de nuevo en el pueblo. Saldremos a dar nuestros paseos por el parque o en el polígono industrial, donde hay montones de tierra y a veces, aparece un helicóptero. Te he comprado un patinete. Un patinete sencillo de metal, con tres ruedas finas. Es un aparato para tomar velocidad y jugar. Yo sé que a tí te gusta eso y me imagino viéndote correteando y cayéndote al suelo continuamente, pero al final, sin desistir, controlándolo y avanzando deprisa. Calle, calle. Ayer no querías volver a casa, jugando con los compañeros en el frontón. Te gustan los exteriores, donde puedes manipular, saltar, correr, andar explorando de aquí para allá.
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