HOMENAJE A MI COCHE, MI CR-2557-X. AGOSTO 2007
Mi coche, es un vehículo pequeño, azul, algo antiguo ya, con bastantes kilómetros a sus espaldas. Es un coche usado, que huele a usado, sin perfume ni fragancia. En verano, con el sol y la calle, guarda ese olor característico y cuando llueve, huele a humedad. Pero al mismo tiempo, ese olor transmite un agradable aroma de lo cotidiano, de lo extremadamente cercano y fiel. Es una prolongación mía, de mi vida, de mi actividad y debo ser yo también quizá, una prolongación de él. Lo cuido y lo mantengo, pero sin lujos, con mis manos cuando puedo. Escribo este homenaje porque mi coche, ese Saxo de color azul que siempre me espera, es amigo inseparable desde hace ya casi cinco años y otros tantos que pasó en manos cuidadoras. Por dentro es un coche simple, sencillo, sin aspavientos ni malabares, pero que cuenta con lo básico y a pesar de sus años, sigue ofreciendo sus cualidades. Sube las cuestas a buen ritmo y entiende de caminos, carreteras, autovías y ha estado en otros paises. En mis épocas de crisis no me defraudó y supo aguantar el rigor de los malos tiempos. Es tan pequeñito y cercano, que lo trato con esa afabilidad sin exageración, con la que se cuidan los zapatos. A veces lo miro, cuando me bajo de él o frente a la puerta de mi casa, con infinito cariño y tengo algunas fotos posando sobre algún camino o junto a la carretera, como un verdadero genio móvil, que al mismo tiempo que pasa desapercibido, muestra unas cualidades singulares y una fortaleza de titán. Es un coche con sus marcas de guerra, con sus arañazos y bolladuras como buen guerrero que se precie. Es agradecido al máximo y gasta el combustible imprescindible. Somos amigos, buenos amigos, necesario para mi vida, compañero, estimable y amable utilitario. Nuestra relación es sincera, sin atisbos de patología alguna, cordial y comprensiva. Lo quiero y yo se que él, dentro de su piel de chapa y pintura, guarda su corazoncito y su alma que dicen lo mismo.
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