Con los granitos y picores de la varicela, has comenzado diciembre. Reposas en mi costado, sentados en el sofá y afligido. Te abrigo con mis brazos y me siento muy bien a tu lado, pleno, amoroso. El sábado salimos a dar una vuelta por la mañana, mientras mamá trabajaba en el consultorio de Jarandilla. Hemos localizado una fogata junto a unas obras. Tirábamos cosas para alimentarla y también ladrillos y piedras que arrojabas como catapultas. Te he reñido porque te pones lleno de mierda el chaquetón, con tierra, barro y suciedad. Venías cabizbajo por la Ruta del Emperador y llegamos a casa para meterte en la bañera. Las pupas de la varicela te llenan el cuerpo. Mamá te unta yodo en cada una de ellas. Por la noche, con el pañal, no puedes rascarte y te molesta y llorar y te desesperas. Yo he pasado la noche en Losar y al venir te he traido calamina y otros productos. Luego, hemos salido el domingo a la Plaza de Jarandilla para reunirnos con Mari y Victor. Has jugado, saltando sobre los charquitos de agua y subiéndote a las escaleras bajo los soportales.
lunes 3 de diciembre de 2007
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