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DESESPERANZA. FEBRERO Y TU RECUERDO

          A veces me desespero, pensando en estos días que no sufro, sino con una mirada triste y melancólica como la imagen distorsionada de un cuerpo que fallece a cada paso. Digo esto, hijo mío, porque el invierno se me cuela sin darme cuenta, porque los destellos de luz que pudieran animarme, ahora huelen a pasado, a demasiado pasado. Te imagino en Jarandilla y reposo plácidamente en esa imagen de tu infancia recorriendo sus calles. Pero yo, inquieto en una ciudad que no me pertenece, sigo subsistiendo sin darme cuenta de los días, como una retaíla de momentos hilvanados que apenas puedo deshacer. No es un lugar donde sembrar, este de calles grises. No es un lugar donde sentir que la vida transcurre fértil. Es más bien, un cementerio de sombras, de engaños. Pero sigo atento a ese presente que te viste, a ese futuro de pueblo y hogar, a esas miradas brilantes y a ese juego infinito como la ola. Sigo atento y no me culpo, es mi condena este sinfin de kilómetros y de silencios por autovía: A-66 A - 5 . Una y otra, como dos páginas enormes de un libro que releo y releo.

 

 

lunes 18 de febrero de 2008

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