Niebla
Ha sido una noche de niebla, navegaba por la carretera en medio de una nube que pronto morirá en el corazón de los recuerdos, con un halo de señal luminosa, con un resto como de una irrealidad. Caminaba hacia un lugar cavernoso por la autovía con la conciencia aún puesta en tenerte, en estar a tu lado, oírte y sobre todo, hablarte. En el silencio de la antigua casa, nos hablábamos de una habitación a otra y te sentía allí, más allá del ruido de la limpieza, de los cacharros, de las escaleras, de los instrumentos que van y vienen y de la voz con su timbre único, de esa voz… Ahora me adentro entre la niebla que me cala como una lluvia que respiro. Camino por las calles convertidas en piedra difusa, en esta ciudad que duerme. Siento la soledad entre los bordillos, las aceras, los rincones, esos baluartes siempre repetidos, defensivos, donde paseé contiguo y por ello con el sobrenombre de vividos. Naturalizamos la vida, el transitar cotidiano y a cada lugar fuimos dándole un nombre simplemente con haberlo visto juntos, diferenciándolo, cuantos más mejor, como quien trata de apoderarse de lo visto con el sello de lo querido. Conservo en medio de los despojos de lo que anduve contigo, el recuerdo de esa cafetería, aquella calle, esa alcazaba. No sé como podré salir de nuevo solo al amparo de la soledad, con la mente refugiándome, con un amor lejano que es el tuyo, pero tan presente, tan presente. Es una llama, a veces hoguera, a veces relumbrante , incendio, llamarada o fogonazo, pero también pequeña vela para alumbrarse de noche, entre la tiniebla, que es la niebla que hay en ti, en mi, en mi persona cuando rastreo sin cesar los mismos lugares.
Llega la noche, vuelvo a casa, esperando, esperando. Oh, no, no quiero hacer de mi vida esto, pero de pronto, en la casi desesperación , oigo tu voz al teléfono, como una lucecita que viene a orientarme de nuevo en este camino de amor, en esta historia común, quizá de encuentros intermitente al fin, pero no menos real. Y detrás, al lado, delante, encima, dentro, dentro, sobre todo dentro, siento esta niebla de enero y como un farolillo, la primera luna del año que pronto estará llena.
Pienso en ti, en ese halo que te rodea, querida mujer, hecha de luz y calor.
Talavera la Real, 18 de enero de 2011
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