Contigo en Motril y Murtas por Nochevieja
Es la primera vez que viajamos solos y que lo hacemos, además, por varios días. Esto ha sido muy hermoso, he pensado al final del viaje. Ha sido muy hermoso y hemos guardado nuestro particular secreto de las cosas que hacemos juntos y de los lugares donde vamos. Ahora todo va a ser diferente. Al fin te tengo como queremos, entre nuestras cosas caminamos juntos. No vamos a desperdiciar ningún momento, no vamos a olvidar ningún camino, no vamos a esquivar ninguna luna, ningún río, ningún salto, ninguna carrera, ningún túnel, ningún puente. Todos estos elementos estaban allí para nosotros. Cuando llegué a casa el día 28, me llevaste a la cocina. El frigorífico comby tiene abajo varios cajones para los congelados. Allí guardabas en un bote de cristal con tapa, un trozo de nieve, de nieve que cogiste en la calle tras la nevada días atrás y que te pedí que me guardaras. Así hiciste, cogiste la nieve y la metiste en un bote. Esto fué extremadamente emotivo, lleno de ternura, de inocencia y así lo recuerdo, así querré recordarlo siempre. Todo el camino estabas detrás, en tu sillita roja, con el cinturón puesto, con tus monstruos y muñecos de guerreros luchadores. Todo el camino desde Jarandilla con varias paradas para comer y descansar. El teléfono que mamá te compró y del que apenas te acordaste en el viaje, tiene ahora un número que es el tuyo: 681 20 73 61. Es tu primer teléfono, que mamá te colgó del cuello con una cinta blanca y al que le colgamos un muñequito y luego otro. Vas en el asiento de atrás mientras pasan los kilómetros que nos separan de Motril, en la costa de Granada. Hemos parado en La Guardia de Jaén, en un camino desde donde se divisa un campo entero de olivares y la montaña. Está nublado. Nos ha caído mucha agua en Toledo. A ratos vas dormido y te miro por el espejo retrovisor, emocionándome con tu carita de angelito, con tu carita lisa, sin daño, con tus ojillos cerrados, con tu boquita sonrosada.
Hemos llegado a Motril pasadas las seis de la tarde. Maribel aún trabaja en la peluquería y todos te han saludado al entrar. Luego hemos ido a su casa, para instalarnos y darnos un baño. Has ocupado extensamente, la longitud de la bañera y practicas el buceo entre la espuma de jabón que retiras con las manos para que no se te meta en los ojos. Feliz, saltas después sobre la cama mientras te visto. En este lugar hace menos frío y no es necesaria la calefacción. Es tiempo de Navidad, de vacaciones de invierno.
Hemos cenado los tres en su cocina. Te gusta la carne de secreto ibérico aunque al principio te pusimos pollo a la plancha con patatas. Nos hace gracia ahora esta situación nueva para nosotros y disfrutamos con alegría cada momento. Todo es una fiesta en torno a esta combinación mágica.
En el salón sacamos las películas que te gustan y las vemos en el DVD. Spiderman ocupa tus preferencias. Te pongo el pijama, tu bata y las zapatillas de paño que mamá te compró.
A la hora de dormir te metemos en tu camita en la habitación contigua, pero prefieres venir con nosotros a la cama grande y regocijarte entre el calor de los tres, bajo el edredón.
Salimos por la mañana del día 30 de diciembre, dando un paseo a la casa de Manolo Cañadas, mi amigo desde hace años. Vive en un piso con su dos críos. Tiene una niña casi de tu edad, que se llama Sara y otro niño de medio año, Héctor. Hemos ido a su casa y salido los tres a dar una vuelta a la playa, donde encontraste un cochecito pequeño de plástico que el agua arrastró y juegas con lo primero que pillas. Hace un día soleado, una mañana para pasear. A la vuelta, hemos parado en los cochecitos de choque y en el tio vivo, donde te montaste en una locomotora de tren.
Para comer vino a la casa de Manolo, Maribel y todos juntos en la mesa. Por la tarde, hemos visitado el acuario de Almuñécar, con esos grandes tiburones, peces de colores, rayas inquietas a las que les echan de comer gambas y todo un paraiso de animales acuáticos: estrellas, caballitos de mar, medusas, anémonas, etc. Te ha gustado la experiencia y corres por los pasillos sumergidos con Sara. Luego hemos ido a merendar a una de esas cafeterías junto a la playa, donde hay una pirámide de cuerda que enseguida escalaste y después de visitar un mirador con una gran cruz iluminada. Desde allí se puede ver toda la fuerza del mar y de las olas pegando sobre el acantilado. Juegas a subirte a las alturas. Yo te conozco y estoy acostumbrado, pero desde fuera, parece peligroso. Juegas con el riesgo. Es tu sino.
Dormimos los tres en la habitación. Ya es una costumbre de los tres en la cama. Esto nos hace gracia y duermes a pierna suelta. Oigo el ritmo de tu respiración a tu lado. Te abrazas a mí para asegurarte de mi presencia. Es todo muy tierno.
El día de Nochevieja por la mañana llueve. Te he dejado un momento en la peluqueria con Maribel y he marchado al médico para que me recetase algo por el costipado que tengo. Cuando he vuelto te he encontrado al fondo de la peluquería jugando con muñecos y animales prehistóricos. Por la tarde hemos ido a ver avestruces a La Gorgoracha, con Manolo y una niña de unos 10 años.
La noche de Nochevieja la pasamos en Murtas, en plena Alpujarra. Todo esto es muy mágico, pues conocí este pueblo en julio de 1995 en una de mis rutas a pie desde Berja. Atravesé el embalse de Beninar y me adentré en las calles de Murtas para dormir al amparo de las estrellas una noche tibia de verano. Ahora revivo contigo de alguna manera este lugar. Durante el camino, por la costa, hemos viajado Maribel, Juani, su hermana , tú y yo. Nos reimos con tus salidas, con las cosas que dices, jugamos a las figuras de las nubes y a los colores y las palabras encadenadas. Viajamos hasta Murtas con las curvas de las carreteras de La Alpujarra y al llegar nos ha sorprendido el fuerte viento y el frío de estos pueblos. A la luna llena le falta un trozo debajo, como si fuera un eclipse.
Hemos bajado a la casa de la familia de Maribel, en la plaza de la iglesia. Es una casa donde antiguamente ( yo la conocí ), había una tienda donde se vendía de casi todo. Ahora, es un local donde hay instalada una mesa corrida y encima de ella, todo listo para la cena. Al llegar, tenías hambre y has comido almendras, todas las que has querido. Todos te recibieron con alegría. Disfrutas de eso y de la compañía y del juego de Juan, el sobrino de Maribel e hijo de Juani, un poco mayor que tú.
Hemos comido todos juntos: Los padres de Maribel, sus hermanas Juani e Inma y sus maridos Paco y Diego, Maribel, su sobrino Juan y su sobrino Diego de año y medio, tú y yo. Es una mesa alargada, a la entrada de la vivienda por una puerta de garaje. Hace un viento fuera que hace sonar la noche como si fuera una banda de música de la naturaleza. Has comido almendras peladas y langostinos a la plancha. Refresco de naranja y otras cosas que te apetecieron. Enseguida te has bajado de la mesa, de tu silla y puesto a jugar a la pelota con Juan. Es una pelota de playa azul. Has encontrado divertimento también en un artilugio que lanza peos, llenándolo previamente con aire y con una salida de aire estrecha, como un globo amarillo. Poco a poco coges confianza con todos y al cabo del rato, hemos pasado a la salita, donde está la estufa de leña para celebrar la salida y entrada de año. Uvas cortadas por la mitad, cava y zumo de uva para vosotros, los niños. Campanadas en la televisión, ropa de abrigo, besos, besos y buenos deseos y hemos bajado la calle para ir a un salón cultural a celebrar un poco. Nos hemos tomado una copa. He bailado contigo cogiéndote las manos. Estás cansado.Hay bastante gente en el local. Te he tomado una foto con collares de plástico de colores en torno a tu cuello y un gorrito de fiesta. Estás sentado sobre las piernas de Juan en una silla junto a la pared. Es una foto histórica. En tu rostro se dibuja una mirada de cansancio. Sobre la una y algo hemos vuelto a casa Maribel, tú y yo, para dormir. Hemos cogido una cama grande en la planta de arriba, junto a la ventana que dá a la plaza. Juan vino con nosotros y durmió un ratito contigo. Me quedé vestido junto a tí, pero enseguida cogí el sueño y ya me metí en la cama. Penetra el ruidoso viento por una rajita de la ventana de aluminio. Toda la noche golpeaban las persianas. Duermes plácidamente en esta nueva noche del nuevo año.
El primer día del año nos hemos levantado sobre las once de la mañana. Desayuno y mientras juegas fuera, en la plaza en obras, me doy un paseo para fotografiar el pueblo. He bajado a la fuente , junto al lavadero, donde hace 15 años me refresqué y aseé después de la caminata ante las miradas de asombro de niños gitanos. Todo está cambiado. El bar aquel, donde aquella mujer anónima, me agració con una cena sin precio, ya está cerrado y sobre sus puertas se acumula el polvo del olvido. La fuente donde me dí mi primer baño mañanero, no he conseguido encontrarla y creo que la cambiaron de sitio como a un jarrón. Con ello perdió la belleza de lo imperecedero. Todo cambia y he subido por la Plaza Vieja y la calle del Carmen para ver desde lo alto la blancura serrana de Murtas. Juegas en la plaza y luego hemos subido a la torre de la iglesia con cuidado. Al final se acumulan restos de heces de las palomas que el padre de Maribel recoge para abonar. Allí resuenan las campanas. Hace un aire peligroso, un viento de cuidado. Al bajar, hemos ido con Diego a recorrer un poco la sierra cercana: El Cerrajón, los cortijos que se ven allá abajo, los pinares sacudidos por el viento, los caminos...Después, hemos comido algo , para tí sopitas y tortilla.
Por la tarde, anocheciendo, bajamos a Motril. Hay carreteras de la Contraviesa invadidas en su mitad, por los desprendimientos de tierra, por los deslizamientos tras las fuertes lluvias. Hay que pasar con cuidado y he parado para fotografiar la luna llena salliendo entre las montañas. Una luna rojiza que poco a poco se torna blanquecina con su peplo de nube mágica.
El día se termina en casa. Estoy muy orgulloso de tí. Te has portado muy bien. El sábado nos hemos levantado para bañarnos y hacer algo de deberes: ahora tienes que escribir la letra " p " y "P". sobre unos puntitos y luego a partir de un punto de origen de la escritura. Por la tarde, a la hora casi de comer, ha venido Maribel y hemos ido hasta la carretera de Sierra Nevada. Un poco antes de llegar a Pradollano, hemos parado el coche para hacer un muñeco de nieve al que pusimos una bufanda y un gorro. Disfrutamos echándonos nieve, viéndolo todo blanco y como no hace frío, dá gusto estar así. Hemos ido a comer cerca de Güéjar Sierra , junto al camino antigua vía del tranvía que subía a Sierra Nevada. Es un restaurante que se llama Los Castaños, en El Charcón. Hemos pedido para tí un enorme plato de filetes empanados y patatas que al final comimos entre los tres. Brindamos con chupitos y no faltó el helado. Hemos ido caminando por el camino hacia el Barranco de San Juan, para bajar la comida. LLega la noche poco a poco. Vas paseando, caminando por el borde del camino y sobre las piedras. Pasas el túnel a mis hombros. Preguntas infinidad de cosas que tu curiosidad te manda.
A la vuelta a Motril hemos ido a cenar con Juan y Maribel a un Burguer que hay junto a la iglesia. Te metes en un laberinto para niños. Hay una gran chimenea de ladrillo. Es tu última noche aquí.
Hacemos el viaje a Jarandilla. Todo el camino entretenido con la Nintendo y sus juegos. Apenas paramos. La lluvia nos sorprendió de nuevo en Toledo. Te he dejado en Jarandilla y he marchado a Badajoz. Se ha terminado este viaje tan importante para nosotros. Quiero todo lo que he pasado. Te quiero a ti y a todo lo que me ocurrió y ví contigo.
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