Septiembre. La vida es una excusa para vivir.
Maduran los higos y poco a poco van amarilleando las copas de los plátanos. Ese arbolito tan raquítico de la finca, ese peral tan pequeño, ha vuelto a dar sus frutos. Y además, es el único que lo ha hecho. Cuando llegué el viernes, aún hacía calor por la carretera y es necesario poner el aire acondicionado. Estuve poco contigo, pues bajabas con mamá y con Vlad, el primo, que ahora se ha venido a estudiar al instituto de Jarandilla, Hostelería. Bajabas a Navalmoral, a entrenar con el caballo. Fuí a dar una vuelta para esperarte. Me paseo de nuevo por las calles de Jarandilla, por sus rincones. Obras en el Ayuntamiento, la plaza preparándose para las fiestas de los toros en el Cristo. Me gusta pasear por los lugares de siempre. Ahora voy con mi perrito, con Martín, que se acopla enseguida al nuevo escenario.
El sábado fuimos los tres, Vlad, tú y yo, a bañarnos a El Guijo, al puente. El agua está fría, pero apetece. Te arrojo al agua, te sumerges.De vez en cuando , también le doy un chapuzón a Martín, que hace todo lo posible para salir enseguida y sacudirse el agua. Han llegado Fátima , Irene y los niños. Hemos comido de lo que ellas traían , en un chiringuito de al lado.
¿ Qué me pasaba ?. Besaba su boca , su boca de niño como aquella primavera adolescente entre los trigos. Es como mi primer amor, ahora es mi hijo y noto en su boca toda la fragancia de la vida.
Te arrojo al agua , a la garganta; y noto tu cara emocionante al salir. Chapoteas con los brazos ágilmente enterrando tu carita en el agua.
0 comentarios