El día de la Tormenta Perfecta y Maribel en La Vera
Todo orbita. También los recuerdos orbitan con ese rayo de luz que la memoria les presta. Todo es pasado. Me retiro de esta lucha para fijar mi mirada en un punto, perdida en la nada, en la bisagra de una puerta, en un suelo desgastado. .. Quiero hacerme presente en vosotros, en ti, en eso, en aquello. En todo lo que ahora veo, en las formas , antesala de su esencia. Me atacan desde arriba, sin piedad, los recuerdos. Algunos vienen disfrazados de melodía, pero son querubines de los rincones rosas de alguna habitación de doncella. Otros vienen por los caminos llenos de charcos, donde te resbalaste, como en aquel canal que cruza Valverde. Lloraste tras el cuerpo de Maribel, temeroso, asustado. Tus pantalones mojados, la cazadora también. Eres ahora mi recuerdo permanente, pero el presente me ata a esta silla de oficina. Escribo mirando ese pasado, pero el presente me ata a este lugar.
Quiero contarte tantas cosas……
El viernes fuimos una vez más al Gante. Jugaste de nuevo en la calle húmeda y nocturna con tus amiguitos del lugar. Te he visto tan solo con una camiseta de manga larga por el calor de tu actividad, entrar y salir, salir y entrar del local a la calle , de la calle, alfombra de tus juegos, al bar. Llueve, es tiempo de lluvia y no deja de llover en este invierno atípico donde no se va la humedad, donde corren ríos por donde solo había una pequeña cavidad y todo está siendo verde, de un verde intenso y jugoso, como una esponja de musgo.
El sábado nos fuimos desde Navalmoral a Plasencia en tren. Llevas en tu mochila unos muñequitos y la Nintendo para entretenerte por el camino. El tren pasa deprisa por los campos . En el cristal se estiran las gotitas de lluvia. Vas sentado frente a mí con tu bufanda liada al cuello. Llegamos a Plasencia y caminamos sin rumbo hacia el centro. Hemos atravesado un puente de hierro, junto al río Jerte que va repleto en su cauce y rumoroso al lado de los muros de piedra. Cruzamos ese puente y encontramos unos columpios encharcados. Te veo volar sobre el agua, como una gaviota, lanzándote hacia arriba como un péndulo. Estamos solos entre ese juego de viento y agua. No hay nadie con este tiempo en el día de la Tormenta Perfecta. Es 27 de febrero de 2010. Hemos visto el arco iris completo sobre el río Jerte. Este sábado hemos alcanzado el centro de Plasencia subiendo por una escalera de piedra al lado de la catedral. La piedra se hace más viva con la lluvia, más presente entre nuestra vista, para nuestros sentidos; se amansa su solidez. Llegamos caminando hasta la plaza del Ayuntamiento y luego buscamos un sitio donde comer, un restaurante chino al lado del cine Alcázar. Hemos pedido varias cosas y después del pollo que te troceo, siempre quieres un helado, uno de esos que arriba, dentro de una cápsula de plástico como la punta de un iceberg, tiene un huevo de chocolate que esconde en su interior una sorpresa de goma. Te gustan estos helados por su sorpresa. Hemos caminado hacia unos jardines donde hay unas hiedras que forman grandes hongos verdes debajo de los cuales nos refugiamos de la lluvia.
Ahora jugamos a encontrarnos, pero sin misterio en un lugar tan pequeño. Contamos hasta diez y salimos andando en busca de un lugar escondido. Te he subido a un columpio y arriba y abajo, subes y bajas para luego salir saltando, escapándote de las cadenas con un salto y caer de pie o de rodillas.
En el tren de vuelta te quedaste dormido con un paquete de galletas redondas en la mano. Me gustó mirarte enfrente mía, con tu cuerpo extendido entre los asientos, con tu bolsa de galletas en la mano, casi terminada y que quise quitarte para que no se te cayeran, pero que aferrabas a tu mano con celo.
Desde Navalmoral, hemos subido a casa para cenar y me fui a Losar para luego ir a recoger a Maribel que viene desde Motril y en tren desde Madrid.
El domingo te recogimos para ir a Garganta la Olla, paseo por el pueblo, un antiguo molino de aceite abandonado al lado de la garganta, Garganta Mayor, fotos , agua, cascadas …. Luego, en el Monasterio de Yuste, donde entraste con Maribel y te esperé en la puerta hablando con Andrés, ese hombre de Aldeanueva que vende sus productos de su campo. Un hombre que pronto cumplirá 80 años ( el 14 de julio ). Al salir, hemos ido a ver el cementerio alemán de Cuacos de Yuste, que ya conocías. Todo es silencioso. Entre las tumbas cogiste una piedra que guardo en el coche como un tesoro. Tus manos estuvieron en ella y ahora ella es un ser vivo, como tú. Maribel me dijo que tiraste una moneda en un pilar del Monasterio para pedir un deseo y que ese deseo era tener una casa con piscina.
Hemos ido a Losar, al Brezo , a comernos una pizza entre los tres y también alitas de pollo fritas. En el bar hay una mujer de Rumanía que se llama Violeta. Después de comer hemos ido al piso a dormir un poquito la siesta. De mi armario saco un saco de dormir que he usado muchas veces en mis viajes y con una almohada, te tumbo en el sofá , con tus dibujitos en la tele y con unos muñecos que te trajo Maribel. Has pasado toda la siesta allí, hablando de vez en cuando , recreando una conversación tú solito. Después del descanso hemos ido a Valverde, para subir por la Picota hacia arriba al Castillo, bajar por una de esas calles antiguas y tomar algo en un bar de la plaza. Después hemos bajado hacia la ermita. Surca la calle un canal por donde corre el agua. Te gusta jugar con ella. En la puerta de la ermita hay varios cirios rojos encendidos. Los has apagado y luego, tu sonrisa picarona. Así hemos tenido que encenderlos varias veces.
Vamos caminando por las callejas orgánicas de Valverde. Hacemos fotos a cada rincón y con la cámara de Maribel, te hemos grabado varios videos, donde juegas y haces muecas con la boca y los brazos y las piernas y todo el cuerpo. Nos hemos reído de tus posturas. Por ese laberinto de callejas hemos ido a parar a la calle principal y allí, te has resbalado en el surco con agua y mojado la gabardina y el pantalón. Te escondes asustando detrás de Maribel y enseguida hemos vuelto a Losar para secarte el pantalón, mientras esperas metido en el saco. Después de eso hemos cenado un poquito y jugado los tres en el sofá, a bajarnos la ropa. Te muerdo las nalgas, dándote bocaditos, de tan tiernas que son.
Luego te llevamos a casa y a la vuelta, con lluvia, paramos Maribel y yo en el bar El Pilón, para tomar algo e irnos a casa a dormir.
El lunes por la mañana fuimos a la finca, después de comprar un arbolito “liquidámbar” en el vivero de Jarandilla, para plantarlo allí en memoria de la visita de Maribel. En esos momentos tú estabas en el cole. Llueve a ratitos y a ratitos, sale el sol buscando su lugar. Después de enseñarle la finca, hemos ido a El Guijo, por la carretera antigua y allí hemos comido. A Losar y a Navalmoral. Ella ha cogido su tren para Madrid, y yo regreso a Talavera. Hay una enorme luna llena y por la noche, cuando hablé contigo, me hablaste de ella.
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