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En la piscina de Jarandilla

LLega la temporada de piscina. Este fin de semana, el último de junio, hemos ido a la inauguración de la temporada. Pasamos el viernes en la garganta Parral, ya cerrada con maderas para acumular el agua. Allí, todo es más salvaje: las piedras, la arena, el agua clara sin cloro, los pececitos que se dejan ver de vez en cuando....Pero te acordabas de esos baños en la piscina de niño y quisiste que fuéramos a la piscina municipal. Acaban de abrir, hemos entrado con los aperos de baño: las toallas con imágenes de Ben - 10 y de Spider Man, los manguitos de Batman, el bañador, la crema protectora, un poco de alimento a base de galletas y zumos, un libro de poemas de  Pablo Neruda y una hamaca, para esperarte sentado mientras te bañas. Todo está cubierto de césped y hay sombra bajo los plátanos y las catalpas. Nada más llegar te doy protección, pulverizando primero la crema por todo tu cuerpo. Te manoseo, te cubro la piel como un guante, siento tu fibroso cuerpo, tu culito prieto y luego te arrojas de repente a la cubeta de agua. Al principio estamos solos, pero poco a poco va llegando gente. Te metes en el agua, chapoteas, mueves los brazos, haces figuras en el aire, juegas hablando en voz baja en conversación contigo mismo, te sumerges un poco como buceando... Te veo de refilón y en algunos momentos, me acerco a tí, te miro directamente, observo lo que haces. Luego, cuando juegas con otros niños, te veo entretenido y me abandono a la lectura. En la piscina grande, con los manguitos, te tengo entre mis brazos. Quiero recordar estos momentos : Te tiras con los brazos parapetando el agua, desde el borde de la piscina. Cuando estás en el medio de ella, me acerco a tí, te agarro, empezamos a jugar cogiéndote por la cintura y saltando los dos con la gravedad más leve en el interior del agua. Saltamos, reimos, tus ojillos achinados nos embargan en una locura a medias, compartida. Damos saltos, giramos... tu cuerpo fibroso se desliza, te aprieto....Hay jaleo de niños y agua, olor a cremas y de vez en cuando llega un aroma de pastos. Al fondo se ve la sierra nunca demasiado seca. Hay motitas verdes de los castaños y el robledal en la portilla Jaranda. Luego, me pides que me tire de cabeza. Te gusta verme saltar con las manos por delante al agua.

Nos vamos a nuestro rincón para comer algo. Tu boca se llena de galletas y los restos se te quedan pegados a los labios por fuera. Tienes frio, tiritas, la piel se te pone de gallina, juntas los brazos a lo largo del cuerpo y te tiemblan los labios, te encorvas un poco, sales del agua. En ese momento, te extiendo la toalla, te tiendes al sol, te echo la otra encima arropándote y poco a poco vas entrando en calor.

Me dices: - " Mira, papá, las nubes".  " Esa nube tiene forma de barco". ( yo solo veo en todo caso un barco vikingo).

Luego me dices: " Mira, aquella nube tiene forma de alicates ". Me hace gracia esta comparación. Las nubes van llegando y luego se van. La tarde queda un poquito maltrecha por los nubarrones, pero no llueve. En el vaso de agua, encuentras tu nido de verano. Tienes un muñeco que se llama Fauces. Es un muñecote articulado al que le falta la mandíbula con dientes de cocodrilo y que se quedó en casa para que no se perdiera. Te veo tirarlo al agua para luego meterte en su búsqueda.

El domingo por la tarde, me tumbo al lado tuyo por momentos, en la toalla. En esos momentos estoy leyendo el poema número 19 de " Veinte poemas de amor y una canción desesperada" . Lo leo en voz alta para tí. Me vas preguntando por palabras que no conoces.

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

Cuando llego leyendo al penúltimo verso  .. " mariposa morena dulce y definitiva.." me dices : " Papi, ¿qué significa dulce?. " Entonces yo te pongo un ejempo y tu contestas : " Ah, ya, dulce como un lacasito"..

Qué cosa será el agua esta que tanto y tanto te gusta !. Veo un secreto más de los días infantiles.

Talavera la Real , 30 de junio de 2009

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