Blogia
feranza

En Semana Santa, en Villaralto

Rindo homenaje a los gestos. En el pueblo, las familias se ven y se saludan. Hay una gran familia que es el pueblo entero, que cada año se renueva con los que nace, crecen y con los que mueren. El pueblo se renueva y aún quedamos aquellos que encendemos una vela durante unos días. He llegado con mi hijo a esa puesta en escena que es el pueblo. Desde su perspectiva el pueblo es un lugar de juego y su primo, un compañero. Los mayores tenemos esa gravedad que a los niños frena. Ellos nos enseñan a cada minuto cual es el juego de la vida, aunque inexplicable para nuestros planteamientos tan ordenados, tan predecibles, tan cotidianos, tan desgastados. LLega mi hijo, me mira, y me pide que lo persiga, que juegue con él, que corra tras su carrera y que nos divirtamos con el entusiasmo de alcanzarnos, cogerlo en brazos, sacarle una risa de emoción. Mi niño siempre está expectante y dispuesto al juego y a lal emoción. Y cada rincón es aprovechado por él.

0 comentarios