PARA EL BAR MIRADO "EMILIO" DE CASTRIL, GRANADA
¡ Qué gusto es,
sentirse así,
dentro del bar !,
buscando el abrigo
de esta noche abrileña,
suave pero aún fresca
y dejarme caer
por este rincón tan histórico:
Bar Emilio,
todo un museo,
sin piezas ni cartón,
sino de vida.
Que va ganando en vigor
cuando cruzas sus puertas,
donde reposa apacible
el perro
y resuena con bravura
el dominó.
Es un lugar
de viejos,
y de humo,
de viajeros
y curiosos,
errantes
y ociosos,
de pobres
y ocupados
que se encuentran
y de ricos solitarios
que se pierden.
Prolonga su solera
un velador,
de música, nostalgia
y tiempo,
de agua cantarina
y de viento.
Un mirador
sobre la villa serrana,
roquera,
surcada por múltiples
nacimientos
y por sueño,
marinera.
de esta villa de reposo,
de bienaventuranza
y de gozo,
de paseo
íntimo y apacible,
colorido y vegetal,
donde no hay esquina
que no te espere,
ni calleja seductora
que no te ciegue.
Y en el suelo
su leyenda:
una llamada
a un hito,
a un hombre,
al ser humano
que se pierde
en la taberna,
sin soltarse de la mano.
Castril, 10 de abril de 20056
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Jose Juan -