Mi niño, noria en el campo de enero
Hemos ido a dar un paseo a la finca, en el sábado cuando se cumplen 5 añitos desde que fuiste engendrado. Hemos ido por esos caminos donde el coche sufre los avatares del mal estado del suelo, de las grietas que produce el agua tras la lluvia. Al llegar abajo, junto a la casa de ladrillo que bien conoces ya, ese secadero antiguo y aquella tapia de ladrillo donde hacemos fuego. Antes hemos ido cerca del cementerio a recoger piñas y ramitas y las vas echando en el maletero del coche. Yo te lanzo materia para quemar y tu la vas metiendo detrás, añadiendo, de tu cosecha, alguna ramita de eucalipto, secas unas y aún verdes otras.
Luego, vamos hacia allí, donde te dije, descargamos todo y tratamos de hacer fuego con lo que llevamos. Pero el día está ventoso, muy ventoso y aunque nos esforzamos, no conseguimos nada, tan solo humo, tan solo alguna brizna de llama y luego , nada. Pero en fin, lo intentamos. Tienes hambre y te doy zumo y manzanas. Te riño porque tiras el paquete de zumo al agua, a una regadera de cemento. Luego, he pensado en bajar hacia la garganta, hacia un lugar que no exploré hasta ahora. Tu me sigues, llegamos a un prado que dejó el tabaco segado y aún con los pullones cortados sobre el barbecho. Descubro un senderito, todo mojado , todo embarrado. Me marcho hacia abajo y cuando hay dificultad, te cojo, me coges de la mano y saltamos juntos el pequeño baden. He caminado hacia los pedregales en los límites de las fincas antes de llegar a la fuerza enérgica de la garganta, de esa cantidad de agua que baja y ruge, que arrasa y limpia, que suaviza la piedra incesantemente. Antes, hemos parado para jugar a perseguirnos, a alcanzarnos, a que te cojo por las manos y te voleo haciendo círculos hasta casi marearnos. He gozado sintiendo el viento y tú chillando y yo también y como locos dando vueltas. Así te has divertido y me pedías que volviéramos a hacerlo. Cuando llegamos al agua te lavaste las manos pegajosas de no sé qué cosas que cogiste y también de los alimentos que te mancharon. Te lavaste las manos en el agua helada y luego subimos por donde vinimos. Antes, volvimos a nuestra noria de mareo con tu cuerpo volando por los aires como voladoras de mis manos y con ese juego tan simple, pero tan bonito.....
Jarandilla, cerca de la finca, sábado 24 de enero de 2009
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