No has perdidoesa sangre de emigraciónque te inventó.Nómada hijo mío, eres.Tu madre vino del estepara tenerte.Mi padre,al norte marchó.Y ahorapor milagroconfluyen tus ojoscon mi respiración.Eres del río,ya lo supedesde el principio.Y del agua.Y al ancho mar te debes.Has venido desde el aguamás clara, a estas gargantasmontaraces,a estos reguerosque te ven crecer.Me alejo de tí,una vez tras otra,pero vuelvo con la firmezadel que atiendeal rey de las aguasamparándose en su lecho líquido,en sus primeras y tiernasconquistas del alma
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