Qué bruma se aplasta sobre mí en estos días de frío!. Estoy solo, aquí, durante el fin de semana en Sevilla. He tratado de hablar contigo por teléfono en varias ocasiones, pero mis esfuerzos han sido infructuosos. El viernes me resultó extraño salir del trabajo y no tomar la carretera hacia el norte que me conduce a tí. Me resultó extraño, entonces la pena se apoderó de mí como una telaraña y me enrredó en sus hilos hasta casi ahogarme. Pero no tuve más remedio que soportar y seguir aquí, entre estas cuatro paredes que ahora pinto de amarillo, de ese amarillo que tú personalizas, allillo, allillo. El sábado me dijo mamá que estuviste con fiebre, diarrea de nuevo y malestar y es que parece que a tu edad esto es normal, todo el mundo lo dice, pero yo no lo vivo igual y comparto tu dolor. Te imagino en casa dolorido acudiendo a los brazos de mamá como una cuna de calor y compartiéndolo con ella. El domingo, es decir, esta mañana, fuiste a ver al polígono industrial de Jarandilla, cerca del cementerio, una pala en acción, una excavadora por lo visto, que mamá fué a mostrarte a pesar de la lluvia y el temporal. Ahora España entera está de temporal y sobre todo el sureste, donde la nieve ha dejado incomunicado varios pueblos. Te imagino abrigado hasta los topes, con la cara medio tapada y un gorro. Te imagino así y también te imagino malito y apocado, distinto a tu estado normal, tocándote la barriga o acudiendo a los brazos de mamá como a una cuna de calor.
Un beso, hijo mío.
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