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feranza

En la Vía Verde del Aceite

Quiero caminar de nuevo por esa vereda, ese milagro que dejó un tren de humo que nunca ví. Camino a tu lado, tú a mi lado. Voy hablando contigo , a rato cojo tu mano, nos abrazamos, sentimos sin decirlo, el dolor en los pies como un suave cosquilleo de la tierra. Hace frío y a ratitos, calienta el sol sobre la piedra, en la tierra aún mojada por la última lluvia, olorosa de tomillos. Allí, nos tumbamos a dormir un ratito, junto a este perrito que  nos acompañó todo el día.

Celebramos cada puente como un homenaje al hierro en el que se funda. Entrego tu cuerpo desnudo como una ofrenda. Tu desnudez es ahora una blanca seda sobre el esqueleto y las venas del sabio metal. Tu pelo al viento, son las crines de ese coloso que se mantiene sobre el agua.

Siento la pureza del instante y callo para no manchar. Veo los olivos con su bandeja de frutos, aún sin madurar, y su compás redondo , geométrico, de tierra en su sombra.

En las riberas, bajo los puentes, los chopos amarillean. Noto el otoño en su follaje precioso, también en los pardos de los tarayes, en los espinos vigilantes junto a la vía, con sus bolitas rojas.

Cada rincón es una foto, en cada paisaje reconozco tu amor, te veo entre él, como una silueta tras un paraguas.

Lavamos la tarde cenicienta con besos húmedos.  Nos sorprendemos por el eterno paisaje como algo nuevo a cada paso. Río Víboras, puente medieval, estación de Alcaudete, testimonios del pasado que ahora revivimos, sobre los que gozamos, pisando, caminando, notando juntos un sudor de flores, de besos – caricias.

Talavera la Real, 3 de noviembre de 2010

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