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feranza

POR EL VALLE DEL ALMANZORA. 1997

PRIMER DÍA: 15 DE JULIO

La despedida es un nudo en la garganta que poco a poco se va deshaciendo. Esta vez por la carretera de Baza en coche desde Granada. Dejo a un lado las cuevas de Guadix, el día está nublado. Algo de sol en Guadix, ha hecho recuperarme del vacío de la despedida en la estación de autobuses. Una vez en Baza, he dejado el coche en una placita casi a la salida del pueblo, junto a una casa cuya propietaria se apellida Mancebo y con la que estuve hablando un poco, momentos antes de tomar andando, la carretera de Caniles. Me he parado, nada más salir, a preguntar a un hortelano y he comenzado a caminar por un sendero que sigue el curso de la vía del tren inutilizada desde 1984. Crecen los matorrales y las flores muestran su colorido. He encontrado a un niño de ocho años que se llama Jesús Ybarra Lozano, con su bici. El chiquillo vive en un cortijo a la salida de Baza. Nos hemos despedido saludándonos con la mano. El paisaje es de olivos, árboles frutales y cortijos salteados. La mañana está fresquita y opaca por las nubes que le dá un aire de romanticismo inusual. Silencio de la vía muerta con el peso del paso del tiempo. Bifurcación: a la derecha, la antigua azucarera inactiva, en linea recta, los campos secos sin árboles apenas. A veces tomo el camino de la derecha y otras veces el de la izquierda, según convenga. He cruzado por encima de varios puentes, hierro y piedras. Estaciones abandonadas, campos de secano y eriales. Aridez y sequía. De vez en cuando, algún sembrado con agua canalizada. Desde el punto kilométrico de la vía 136 al punto kilométrico 113’7, donde se encuentra la Estación del Hijate, con escasas viviendas. He pedido agua y después me metí en el pueblecito, situado a 3 kilómetros, para comer algo, al lado de la iglesia, en la plaza de San Antonio. Hay una pequeña fuente sin agua y una placa de mármol con una fecha 30.05.1993. He comido de lo que llevaba en el macuto: pan con queso. Siesta sobre un banco. Han dado las cuatro cuando llegué. La musiquita que anuncia la hora es igual que la que hay en Villaralto. Las cuatro y media, tumbado con el saco de almohada y a las cinco arriba. Hay una pequeña fuentecilla para beber agua, en un bar, un café. He hecho confianza con gentes del lugar y su forma de ser. Me han invitado a un helado y me dieron chicles para llevar. He cogido el camino hacia Serón por una rambla que comienza poco después del camino que surge al pasar la gasolinera, que pasa bajo el puente de la vía y que va a parar a la ermita de Fuencaliente pasando por Ramil Alto y Ramil Bajo. Descenso entre chopos y con el río acompañándome. Proliferan las huertas aprovechando el caudal fluvial. He ido bajando hasta alcanzar la carretera que une Alcontar con Serón. He pasado algunas cortijadas con huertas y frescor a la caída de la tarde. Almendros, maizales, tomates, alfalfa puesta a secar. Cortijadas con nombre propios: Los Marteses, Los Angostos, Los Rastrojos. Bebí agua de manantial que veía la luz por primera vez en un chorro por la cuneta, al lado de un cortijo; comí moras que me pusieron rojas y ensangrentadas las manos y la boca. Por la tarde se camina con más animación, con más soltura y decisión. He llagado al cruce con la carretera general que sigue hasta Huércal Overa a la izquierda y a la derecha nos conduce a Serón, por donde me he metido, pasando delante del Hostal Los Cuadrados. He subido en cuesta arriba hasta la iglesia que domina a modo de mirador, el Alto Almanzora. Este edificio es de estilo mudéjar. Me he metido en una tienda de ultramarinos para comprar jabón. Al principio se mostraron desconfiantes los dueños, pero más tarde este sentimiento se tornó por lástima y compasión y me ayudaron gastronómicamente, invitándome a cerveza y salchichón y después con el alojamiento en el Cortijo del Loro o de Los Zoilos. Hay dos chiquillas en la tienda, la madre me mira con recelo, como dudando. Un poco más tarde ha llegado en una furgoneta José Antonio, que aparte de ser dueño de la tienda, tiene otros trabajos y me ha llevado hasta la casucha entre huertas donde vive su madre, una anciana que se llama Soledad de setenta y ocho años y que conserva una vitalidad envidiable, a pesar de la muerte de su marido a causa del cáncer y el tabaco hace dos años y medio, para más exactitud el día 10 de febrero de 1995. El nombre de Cortijo del Loro viene porque tienen un loro que trajo José Antonio de américa y que en un principio tenía pareja pero se escapó y no se supo más. Hay suciedad por todas partes dentro de la vivienda y para ducharme he tenido que ponerme en cuclillas sobre los bordes de la bañera, tomando una postura un tanto cómica e incómoda, pues a su interior habían llegado varios caracoles transeúntes buscando paz. Por lo demás, sin problemas: colchón de lana sobre el que tuve que colocar mi saco, vino de estrujón y algo para cenar. Se oyen los perros entre las huertas. Las luces amarillas alumbran la noche de Serón. Hemos hablado de las peripecias y otras anécdotas de la vida errante. José Antonio Plasencia Portero, de cincuenta años, es camionero, se encuentra solo, no hay más que verlo.Cerca de Serón está el poblado de Las Menas, no fuí pero me explicaron. Es un poblado minero del hierro y que entró en crisis a partir de 1940 por las dificultades de explotación. Actualmente se lleva a cabo una labor de reconstrucción para fines recreativos. Sobre la historia de Serón he sacado estos apuntes directamente de mi cuaderno de viaje: “ En la historia de Serón se narran invasiones cristianas ( 1489 - López Pacheco - Marqués de Villena - ; 1570 - Juan de Austria ). Iglesia de la Anunciación, por el Marqués de Villena, portada principal : escudo del obispo de Portocarrero, descendiente de aquel.

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