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CARTA A CARLOS. SEVILLA 6 DE NOVIEMBRE 2006

     Jugando en el agua, saltas sobre los charcos.
Ha llovido y esto sigue siendo hermoso para los juegos de mi niño. El aprovecha todo y le da forma de juego. Juego para mis pupilas, juego para su deseo. Lo he visto caminar, pequeñito y suelto, calle abajo. Buscar el agua, entretenerse con las piedras, que no escapan a su interés. Lo he visto tomar carrerilla y saltar sobre el charco, llenarse los pantaloncillos de agua y hasta dentro de las botas de goma, mojarse los calcetines. Justo en ese momento le hice una foto, en el aire, como un ave que se lanzara al vacío. Lo he cogido en brazos, se resite, es normal. Quiere correr, correr y saltar. Sube el camino distrayéndose a cada momento. Sobre el puente, ha cogido piedras que luego lanza al agua, allá abajo. Y la corriente, muy viva tras la lluvia, se las lleva lejos, ¡ quién sabe donde!. He puesto a mi hijo al lado de un pino que ya crece exhuberante y que planté hace dos años con mis manos. Él ha posado firme, sonriente, como dándose cuenta de la trascendencia de la foto, árbol e hijo. Luego, hemos caminado hasta el puesto de la Cruz Roja, donde están los árboles: el membrillo, los madroños, la higuera, el olivo. Allí, ha jugado con un arado antiguo. Ha comenzado a llover de nuevo. Hemos corrido hasta casa. Lo he llevado en brazos para avanzar, aunque se resistía a regañadientes.

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