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feranza

SEPTIEMBRE. SEPTIEMBRE 2007

Te digo: - " Carlos, dame un besito donde papá no pincha". Y entonces tú, con un gesto conmovedor y sentado sobre mis rodillas, me dás un beso en el cuello, inclinando tu cabeza y notando tu olor a infancia, fragante y sudoroso. Se inicia el otoño entre tus brazos, entre el columpio y las calles casi desiertas de Jarandilla. En el parque, todo está a punto para rendirse ante el amarillo, ante la caída, ante la inercia y el ciclo del año, una vez más. Subes al columpio con dominio, con seguridad y el soporte de las cadenas del asiento, hace un ruido tradicional, un chirrido de rueda de carro o de caldero de pozo. Vuela mi niño como en una barca aérea en su recorrido de columpio. LLega hasta mis brazos y luego marcha su aleteo hacia el cénit, para verlo llegar de nuevo, bajando y subiendo sin fin durante algún tiempo. Ha llovido y la tierra sujeta el polvo con el agua. Hemos ido a la garganta a tirar piedras y a salpicar un poco. Qué tremenda emoción sientes al arrojar esas piedras de la orilla a los charcos inmediatos. Las piedras gordotas y pesadas son las que más te llaman la atención. Y caminas con ellas sobre las lanchas del río, para arrojarlas al agua cristalina. Yo te observo desde cierta distancia. De vez en cuando y para una foto, te pido que me mandes un beso desde lejos y lo haces dándole un toque de gracia y sonido. Veo que amenudo te salpicas y tu camisa se tiñe de la brevedad pictórica del agua. Entre la espesura de las hierbas y la maleza de mi terreno, hemos comido manzanas. Son las primeras manzanitas entre amarillas y verdecillas que dió ese manzano que planté el año pasado. Entre la maleza, abriéndome paso como podía contigo en brazos, hemos comido manzanas. Me sorprende que te gusten. Marcados en la fruta, veo la señal de tus mordiscos, unos pequeños bocados con los que te vas comiendo la fruta poco a poco, llenándote con pequeños trozos, la comisura de tus labios. Te he dejado tirar piedras sobre el pozo, sobre la plataforma de hierro que lo cubre. Allí, mirándote, viéndote tirar piedrecillas al arroyo, me brillan los ojos de felicidad. Pero , qué cariñoso y amable eres a veces y otras, ay !, qué travesuras rondan tu mente. Fuimos a beber agua al pilar de la plaza, justo antes del museo etnográfico. Allí, sobre una cubeta de piedra granítica, cae un chorro de pura agua que demanda bocas sedientas. Cuando me he arrimado para beber, una piedra ha caído a mi lado y me he salpicado todo. Te reías con cinismo e hironía. Como un niño capaz de sorprenderse por el gesto de asombro. Una araña de plástico bajo la cama, unos ojos de buho simulados con los dedos.....Todo forma en tí un universo de sonrisas, cuentos, sorpresas. Septiembre está fuera, en los colores y en la luz, en ese colegio que empezaste, en esos libros que estrenas, en esos cuadernos, en esas pinturas. Otra vida te espera en los patios y en las aulas de las escuelas. Vive, como vives, alma mía, al viento, siempre al viento, como un columpio que no cesa de subir.

 

lunes 24 de septiembre de 2007

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