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feranza

PARA MI AMIGO JUANJO, QUE PERDIÓ A SU HIJO JUANMA DE SOLO TRES AÑITOS

PARA MI AMIGO JUANJO QUE PERDIÓ A SU HIJO

Que dolor de piedra
amigo mío,
está dentro de ti.
Te machacas como una maza
con ese recuerdo
tan reciente,
de tu hijo muriéndosete
entre los brazos.
Y la impotencia de verte,
corriendo, corriendo,
calles oscuras, calles de cemento
calles de un gris opaco,
que te atrancan.
Carrera al hospital,
sudoroso, desencajado,
te imagino así.
amigo mío.
Mientras en tus brazos
que ya no sientes,
del cosquilleo que a los dos
os amarra a la muerte.
Sostienes a tu hijo,
que se te va como el agua,
entre los dedos.
A ese pequeñín
que abatía el silencio
con sus brazos,
que alegraba la noche,
entre el sofá y su cuarto,
que removía los rincones
con sus juegos,
sus juguetes,
sus manos pequeñitas aún,
pero ya ágiles, ya firmes,
ya pintadas de colorines,
como de multicolores os adornaba
la casa: Fría ahora, fría ahora, fría y hueca ¡
Te miro, abajo, abajo, con todo abajo
amigo mio.
Y voy corriendo hacia ti,
con el brazo bañado en desesperación y lágrimas.
Comparto contigo parte de esa pena que te arrasa
y te sostengo para no caer a ese suelo
que quiso devorarle.
Frenaron bruscamente
su libertad de un golpe.
Derribaron su caminar saltarín,
Sus piernecitas cayeron al asfalto
Y su cabeza se truncó.
Mirabas al lado y tus ojos te decían:
Levántalo, regrésalo, padre desesperado ¡
Tus ojos abiertos como las lunas,
como los faros de cristal,
acudieron a su auxilio
bajo los gritos, bajo las farolas.
Pero los pies parados no pudieron correr
donde solo el viento y el ruido viaja.
Solo para coger ese último filamento de vida,
te dieron pies.
Solo para abrazar ese último sollozo,
te dejaron correr.
Te veo, querido amigo mio,
allí enfrente de él,
rompiendo la telaraña
de una realidad que no querías.
Te veo buscarle, alzarlo
como en vuestros juegos,
pero apagados ya,
su sonrisa y sus pupilas.
Hubieras querido,
por encima de tu vida,
revivirlo con tus lágrimas
como un elixir de sangre imposible.
Hubieras querido animarlo
depertarlo con un beso extremo,
pellizcarle, agarrarlo para siempre
dentro de ti.
Pero ninguna oportunidad
te dejó la muerte,
ninguna.
Lloro contigo
en mi camino de regreso,
desesperanzado
dentro de esta nebulosa de curvas y llovizna
de luces y alquitrán.
Te beso, te beso, amigo
y no puedo hacer más
que seguir a tu lado.

En el Puerto Calatraveño, frontera de Los Pedroches,
13 de enero de 2008 y en Sevilla, en mi casa 14 de enero de 2008

 

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