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DIVINA PASTORA. MAYO 2008

          Te veo llegar a Villaralto, medio dormido en tu sillita en la parte de atrás del coche de mamá. Te veo bajar y aún tímido, centrando la atención del abuelo, de la mia propia y de la gente que pasa por la calle. Villaralto es otro pueblo que te pertenece de algún modo, como me pertenece a mí. Mis recuerdos de infancia y primera juventud, son para este pueblo y los tuyos, lo están siendo para Jarandilla. Pero cuando vienes a este lugar, me siento muy dichoso, paseando contigo y a veces cogiéndote en brazos cuando estás cansado, por las calles y rincones. Llevándote a lugares amplios y a casa de las tías. El sábado, mamá se fue a una boda a Marmolejo y nos quedamos solos a disposición de nuestro tiempo. Fuimos allí, donde la tía Sacramento a Los Pizarros. Te entretienes lanzando piedras sobre la lona que cubre la piscina y que está llena de agua de lluvia. Sobre un montón de tierra acabas de ensuciar el pantalón jugando con la pala y a duras penas me haces caso cuando te digo que te pongas en la sombra. Hemos comido lo que se guisa: carne estofada y otras cosas. Luego, cuando llegó más gente y dentro de la casa, te llevé a dormir la siesta sin pañal y rotando por varios cuartos. No te quedabas dormido porque te molestaba el ruido que hacíamos los mayores y en la última cama me eché contigo un ratito y enseguida te pusiste a respirar fuerte y me dí cuenta que te habías dormido. Allí te quedaste un buen rato. Tenía un poco de miedo de que te orinases encima, pero no fue así y te levantaste sequito sobre las seis de la tarde y estabas detrás de la puerta, esta entreabierta , y tú  sin atreverte a salir de la habitación. Luego, de nuevo centrando la atención de todos, te pusiste a golpear a modo de orquesta de percusión, unos almireces de metal que habia por allí y a ti se te antojaba una música la mar de interesante. Vas de un sitio para otro inundándolo de alegría y esa sonrisa que te achina la cara.

Ya orinas de pie y me hace gracia, porque con una mano apuntas el chorro para la taza y la otra te la colocas detrás como un torero, sobre los riñones. Esto tiene gracia y además quieres que te vean .  El domingo nos fuimos al campo, a la romería. Vimos las carrozas desde la plaza de Peñas y yo te tenía cogido en brazos. Más abajo, había caballos y jinetes y fuiste tomando debida cuenta de ello. Nos fuimos al campo. Juegas con las cosas, con nosotros, con las plantas. Riegas con una garrafa que trajimos para beber, una encina medianilla. Me gusta ese gesto, pero tuve que bajar contigo al rio, calor, a por agua con la garrafa, para seguir regando.

  Tempranito, después de comer, te fuiste con mamá a Jarandilla. Cuando me despido de ti e incluso ahora recordándolo, se me hace un nudo en la garganta, como si no te fuera a ver más, e incluso se me empañan los ojillos.

  6 de mayo 2008

 

 

 

 

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