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feranza

A veces, solo un poco.

El tiempo, ya he hablado algo sobre esto.

LLegué el viernes por Plasencia. De vez en cuando alguien se viene conmigo hasta Cáceres. Son contactos que saqué de un portal de internet. Contactos para compartir coche. Viajo mejor, sabes?.

El viernes llegué y enseguida fuí a la finca a llenar con el motor, el depósito de mil litros de agua. Todo está floreciente, verde, exhuberante, rebosante de vida, agua, insectos, plenitud.

Bajamos a La Palmera. Yo había quedado con un chico que trabaja en la finca, se llama Alberto. Le he cedido el terreno para que haga lo que guste con él. Es un naturalista. Le gusta la vida amable, el campo, los árboles... Es una persona sensible, un soñador con la maza en la mano.

Hemos tomado algo. En la puerta de la terraza, subes a la reja de hierro, con un trepador, enérgico, " pura fibra". Luego bajas, me provocas muchas veces, me dejo hacer, me aprietas el cuello con tus manos ya firmes, me dejo hacer, me muerdes en las mejillas, me dejo hacer, remueves la mesa y sus copas, dejo hacerte, dejo que marees, que me marees, quiero alinearme con tu ímpetu, rebosarme también entre tus brasas de vida.

Te dejo hacer porque sé que te encuentro, que me encuentro contigo en esos momentos, en estos que ahora revivo. Sé que me llega una vistosa y amplia conformidad de la verdad sobre ello. Algo me dice: " ahí está lo bueno, esa esencia que tiene él. Así que déjate hacer, sin interrumpión, ni una sola palabra, ni un solo gesto de barrera. Ni un cambio en nada de lo que a él le sale de muy dentro ".

Así es que no quiero ni reñirte ni dirigirte. Tan solo me conformo con fijar la mesa con mis manos para que no caiga, con retirar a tiempo tus manos antes de ahogarme.

Podría dejarme morir, si tu carita de cariño y deseo no cambiara.

Podría dejarme ahogar, morir, lesionar si así lo quieres.

No tengo otra intención. Todo lo demás orbita en torno a eso.

Pero llegó el sábado y te tuviste que ir, después del polideportivo y su juego de fútbol. Te tuviste que ir después de descolgarte por los columpios y correr por la hierba del parque.

Te fuiste a una ruta de caballo y el domingo a otra y así.

Yo me quedo un poco triste y recurro de nuevo al vergel de mi finca, a los riegos, los desbroces: azada, hoz, azada, sudor, hoz, agua del pozo, olor, olor, olor que se parece a tí cuando te abres, sudor, y olor, sobre todo olor, muy dentro y muy cerca, muy cierto.

Te fuiste también el domingo así que apenas pudimos compartir nada.

Debe ser así: un momento, elástico como una goma. Y yo enmedio, tratando de estirar más y más, sin fuerza, sin brazos, tan solo, dejándote hacer, mirando, sintiendo y dejando que me quemes una vez más. O que me ahogues, o que me arranques la piel con tus mordiscos....

Talavera la Real, 27 de mayo de 2013

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