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feranza

Primer fin de semana de garganta y calor.

Quiero recordar los momentos más dulces. Hemos empezado a acudir a las gargantas en busca del agua. Hace calor. Es el último fin de semana de mayo. Cogemos las cosas del baño y nos vamos a la garganta que hay al lado del camping. Hay poca gente. Dejamos las cosas sobre una gran piedra bajo la sombra de los alisos y te desnudo para que entres en el agua así. Mientras, te espero sentado. Te atreves y te metes. El agua está fría. Yo he tratado de seguirte, pero apenas meto las piernas. Saltas de piedra a piedra con una habilidad que me asusta, pero te dejo, te dejo porque sé que es lo que quieres hacer. La imagen que se me queda grabada es la de un niño desnudo con dos manguitos de aire en los brazos, saltando de roca en roca.

Me dices, al borde del agua: - “Papi, cuenta hasta tres”. Entonces, yo inicio : “Uno, dos………tres!” y te tiras al agua con los brazos por delante, arrastrando como una ola la superficie hasta sumergirte un poco y luego sales sonriente y excitado por el agua, por el frío, por el juego. Te tumbas al sol, sobre la piedra, boca abajo. Observo y compruebo la extensión de tu cuerpo, la textura de tu piel, fibroso, atlético. Tus pies van siendo grandecitos, tu pelo castañito, medio rubio, los restos de heridas en las rodillas, en la barriga, en la cara…

Hemos ido a la garganta del camping Jaranda y a la garganta bajo el puente Parral. Allí, nos bañamos ayer domingo en una poza que hay más abajo, justo donde se precipita la cascada. Aún no han cortado con madera el paso del agua para hacerla contener a modo de piscina y aprovechamos los huecos entre las rocas para bañarnos. Te embadurno de crema protectora. Es un bote naranja y la crema te deja la piel blanca y con un olor especial. Te metes al agua sin miedo, sin recelo. Al fondo ves un gran tronco seco, alguna rama sin hojas y entonces me dices:

-          “ Papi, esa rama está quemada?, papi, ese tronco está quemado?.” Y yo te respondo, casi repetitivamente: “ No, Carlos, está seco”.

Esta pregunta me la haces casi obsesivamente cada vez que ves una rama seca..

Te fijas mucho en esto, me hace gracia.

El sábado por la tarde fuimos a Plasencia con mamá, los tres. Ella quedó con una amiga y de paso fue a Carrefour a comprar. Nosotros, mientras, fuimos al Parque de Los Pinos. Es un lugar lleno de vegetación y animales de todas clases, sobre todo, pájaros. Las hay en cautividad, en jaulas y también en libertad, pululando por ahí, junto a los caminos, buscando comida al lado de los contenedores y en las charcas. Como hacía calor, nos entretuvimos en una fuente que está colocada bajo una gran pérgola. Te llenaste de agua y como me hacía gracia, jugué contigo a echarnos agua. Luego fuimos a la parte más alta, donde están los ibis y las gaviotas. Tiras cosas al agua, palos, piñas….

Luego, fuimos a una terraza y al cine para ver una película. Vomitaste un poco atragantado con palomitas y refresco. Mamá te compró un muñeco, “cuatro brazos”. A la vuelta, llovió e hizo un viento casi huracanado. El coche se movía y tuve que agarrar bien el volante para no salirme de la carretera. Te daba un poco de miedo. Había muchas hojas y ramas sobre el asfalto.

Te estrecho contra mí, tu cuerpo mojado, húmedo. Te estrecho contra mí y te abrigo con la toalla. Tienes el culo rojo de haberte rozado contra las piedras. Te comes las galletas de dinosaurios sobre la roca y el zumo de frutas. Es todo un marco donde te miro desde una distancia y tengo que aguantarme las ganas de estrujarte y al mismo tiempo no puedo descuidar tu actividad. Vigilante y adorándote me paso el tiempo cerca de ti.

 

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