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feranza

AMOR SIN PROMESA

Aunque la promesa
se haya roto,
por la decadencia del beso,
por los cortes
que otras bocas
hicieron en tu corazón,
tú, ahora mismo,
con las manos de la niña,
ampliadas en suavidad,
acaricias mis brazos,
reavivando el vello
con tus labios.

Proclamas el amor
sin gritos, sin ecos.
Y doblas tu corazón,
antes afanado a la entrega,
al verso.
Al poema que quiere
volar sobre los nidos,
sobre los agujeros,
sobre la oscuridad.
Al poema
en trazos finos
sobre el papel,
como un bote salvavidas,
como la última oportunidad
en ti encarnada,
en tu pecho elevada,
para el amor.
Ni siquiera
en relación
te basas.
Prescindes de todo,
de todos,
de toda cosa,
afilada o redonda,
de toda palabra
e incluso,
del sabor de los besos.
Todo estas,
dispuesta a dejar,
a abandonar en la cuneta,
menos el amor,
para el que te rindes ciega,
para el que te inclinas
hasta tocar el suelo
con tu boca.

En tu disciplina amorosa
te corriges constantemente,
buscando el camino,
sin treguas, sin pintura
sin cerco,
palpitante, desbordante,
hacia el beso.

Tus labios, amor mío,
siempre dispuestos.
No nace dentro
de tu sementera,
más que trigo puro
y espiga cosechada,
dorada y fértil
para el pan
que voy comiendo
migaja a migaja,
como un pájaro hambriento
que no deja de volar.
En tren hacia Granada. 7 de mayo de 1999

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