Blogia
feranza

CONFESIONES DE UN PADRE ENAMORADO. SIGUE EN PROSA

Es verlo y ponerme a temblar. Si no fuera porque puedo levantarlo con mis brazos, me sentiría tan impotente que no podría seguir así, ni mantenerme. Es verlo y querer subirlo arriba. Pero él ya sube sin mí. Ahora lo veo fácil, a lo lejos, pero cuando estoy con él, es tan grande que me da miedo, como una criatura que ya tiene en su pequeñez, una gran altura, que se yergue sobre mí y domina. No habría podido decir esto si él no existiera, las palabras quedan siempre por detrás, van de la cola, pero ahora me doy cuenta qué ventaja me lleva, que ventaja me lleva y me trae. Es un niño que no se conforma con niño, ya que le cabe dentro tantas alegrías, como penas me causa no tenerlo. Pero soy ni más ni menos que un discípulo suyo, una criatura de ese tan grande que me ha vencido ya , elevándome.
27 de marzo de 2006. Calle Arroyo. Café de Indias

0 comentarios