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CARTA A LOLI. AÑO 1992

Hola Loli.


        Soy feliz, ahora, ahora mismo, porque te tengo e mi lado aunque no te vea, aunque no te toque. Hoy ha sido un día hermoso, porque los recuerdos me han deleitado y he saboreado dulcemente, pausadamente, los inolvidables momentos unidos. He visto el mediodía, igual que lo ví ayer. He visto la tarde y he mirado al reloj. He visto las mismas horas en el reloj. He visto la tarde y la he visto caer, ocultarse y he visto la luna, inocente luna mora, cautivadora como ayer. Pero no he visto tus labios, tus ojos, tu mirada, tu boca. No he visto tu piel serena, tierna, angelical, quemarse de pasión al sol. No he visto, por más que he buscado, tus manos. ! No las he tocado!. No he visto tu pelo desafiando al viento, ni tampoco tu gentil cuello ( y cuando digo esto me viene Góngora a la memoria ) : "Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido, el sol relumbra en vano y mientras con menosprecio en medio del llano, muestra tu blanca frente el lilio bello, mientras a cada labio por cogerlo, siguen más ojos que al clavel temprano y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal, tu gentil cuello, goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fué en tu edad dorada, oro, lilio, clavel, cristal luciente, no solo en plata o viola troncada se vuelva, más tu y ello juntamente, en tierra, en humo , en sombra, en nada. " Tampoco veo tu cuerpo, minado de jardines secretos. Tampoco he visto la silueta de la divinidad que te transporta en su manto. Ni he oído tus palabras, chorros de agua de la fuente del amor. No, no te he oído ni te he visto, pero te tengo aquí conmigo, con tu cabeza apoyada en mi regazo , esbelta exaltación de la omnipotente naturaleza. Y también tengo tu olor, tu perfume celestial, divino, mágico, que embalsama la humanidad, impregnado en mi ropa.



Sevilla, 7 de febrero de 1992. Un día después de estar con Loli en la playa de Mazagón, bajo el Parador de Turismo.

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