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feranza

Nieve y primavera. 28 de abril de 2008

   

          Último fin de semana de abril. Calor como de verano, mangas cortas, insectos, flores, sudor… Viajo a Jarandilla haciendo escala en Monasterio para el almuerzo y llego a casa, a tu entorno, a tus juguetes, a tus pistas de tierra en la terraza donde dejas marcadas las huellas de los coches, los camiones y los tractores con la tierra que le pides prestada al acebo. Viajo a Jarandilla, con mis apuntes de trastornos de la lengua escrita, con mis prisas sin fin y me paro delante tuya para que me acaricies con tu mirada. Tus manos manchadas de tierra, la ropa entera, el pecho de la camiseta empapado de tu baba, tu juego… Salimos a la plaza, preparan la novena de la virgen de Sopetrán.  Hay ajetreo con las reliquias, huele a flores, a lilas , a rosas. La tarde nos cae dentro del bar Sopetrán. Vuelvo a Losar para dormir. El sábado me quedé un rato estudiando por la mañana y luego fui a buscarte. Mamá está enferma, con fiebre, vómitos.. y yo, trato de consolarte. Por la mediodía fuimos al bar “ El Pregonero”. Te subo a caballo y cabalgamos por la calle. A mi espalda, vas riéndote como loco, cuando doy un viraje y cambio de sentido. Vamos a la finca, aún muy húmeda, llena de hierba ya y te quedas prendado con las telarañas gigantes y los insectos, mientras voy repasando los arbolitos. Nos hemos metido un poco en la garganta, solo los pies, abajo, en el puente Parral. El agua baja muy fría, pero hace mucho calor. Has traído un barco pirata sin vela y un cocodrilo. Al barco lo pusimos a navegar, pero se lo llevó la corriente, tras un tiempo luchando con la cascada. Lo miramos desde una piedra de granito, mientras te sostenía delante mía. Los dos descalzos, tú, sin pantalones también. Te entretienes en buscarte entre los dedos de los pies, alguna pizca de suciedad y de paso, entre los míos también.  Me siento verdaderamente feliz, en ese lugar, bajo el puente, al fondo, las colinas aún nevadas, el agua alrededor nuestra caminando hacia el Tiétar y tu, entre mis brazos, pequeñito y dulce, piel con piel a los primeros mimos de la primavera cálida.  Juegas a tirar cosas al agua, piedras gordotas, piñas que encuentras.  Te miro cuando corres y de pronto paras y te agachas porque has visto un insecto en el suelo o sobre una hierba y curioseas y te llama la atención. Caminando a tu lado me siento dichoso y bajo los soportales del ayuntamiento, te veo girar sobre el soporte de las sombrillas o simulando llamar por teléfono.  Pero hay que volver y la carretera espera con su continuidad de lineas paralelas y horas pensando.

 

 

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